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Oh! Quante volte ti chiedo, de la ópera Capuletos y Montescos de Bellini.

Una ópera basada en la tragedia de Romeo y Julieta, la lucha por el poder entre Montescos y Capuletos, gibelinos y güelfos, el Papa y el Emperador.

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Uno de los episodios más importantes de las disputas entre el Papado y el Imperio a cuenta de la plenitudo potestatis del pontífice sobre lo espiritual y lo terrenal, tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XIV, cuando Luis de Baviera y Federico de Austria reclamaron para sí la Corona del Sacro Imperio en la batalla de Mühldorf. El vencedor fue Luis, pero el Papa Juan XXII que apoyaba a su contrincante se negó a coronarle Emperador y además le excomulga. En 1327, Luis de Baviera inició una campaña militar en Italia, durante la cual se presentó en Roma, depuso a Juan XXII y lo sustituyó por un nuevo Papa. Como es lógico, Nicolás V lo coronó emperador inmediatamente, pero todo esto terminó por traer una serie de conflictos en el norte de Italia entre los partidarios del Pontificado y los partidarios del Emperador. Enfrentamiento conocido por sus dos contendientes, los güelfos –palabra derivada de la casa bávara Welfen- y los y los gibelinos -de la casa Waiblingen de Suabia, es decir, shibellini-, partidarios de la causa papal y del Emperador, respectivamente. En el siglo XIII los bandos ya se encontraban bastante consolidados, como demuestra el hecho de que las urbes norteñas se organizan en alianzas, como la formada entre Mantua, Ferrara y Padua –papales– que se enfrentan en la misma región a Verona –imperial-. Una historia que nos va sonando, y nos suena gracias al Romeo y Julieta del inmortal William Shakespeare, tragedia en la que los Montescos eran de Verona y gibelinos y los Capuletos eran de Cremona y güelfos.

I Capuletti e i Montecchi es una tragedia lírica en dos actos con música de Vincenzo Bellini y libreto de Felice Romani –Anna Bolena, L’elisir d’amore-, estrenada en el Teatro de La Fenice de Venecia el 11 de marzo de 1830. Y hay diferencias más que notables con la obra de Shakespeare, entre otras cosas, porque en la época en la que Romani y Bellini escribieron su ópera muy pocas tragedias de Shakespeare habían llegado a Italia y por lo tanto es poco probable que la conocieran. De hecho, El primer libreto operístico italiano basado en Shakespeare fue el de Marco Marcello para el Romeo e Giulietta de Filippo Marchetti, estrenada treinta y cinco años después de la de Bellini. Así que el libreto de I Capuletti e i Montecchi se basa en las fuentes originales que datan del siglo XVI, incluyendo una historia corta de la colección Le novelle del escritor del Renacimiento Mateo Bandello, uno de los que inspiró al Bardo de Avon. Bandello asegura que la historia de los amantes de Verona es real. Sucediera o no, el fondo de la obra de Shakespeare y de la ópera de Bellini es el mismo y muy conocido: la tragedia de Romeo y Julieta, hijos de dos facciones enfrentadas en el siglo XIII que prefieren morir juntos a vivir separados.

La mayor parte de la música de esta ópera ya la había escrito Bellini unos cuantos años antes para la ópera fallida Zaira en Parma. Por otro lado, Felice Romani se basó en un drama reciente, la tragedia Giulietta e Romeo de Luigi Scevola para escribir el libreto de la opera Giulietta e Romeo con música de Nicola Vaccai, estrenada en Milán en 1825. Vaccai tuvo la mala suerte de ser contemporáneo de Bellini, por lo que ahora es recordado principalmente como un importante maestro de canto. Todas estas circunstancias influyen en que I Capuletti e i Montecchi sea una ópera criticada. En todas esas críticas influye el poco tiempo que dispuso para componerla, mes y medio, que no respeta la dramatización original de Shakespeare, como si la historia de Romeo y Julieta no existiera antes de que Shakespeare naciera, y que el papel de Romeo fuera escrito para ser interpretado por una mujer con tesitura de mezzosoprano. Pero esta ópera tiene una partitura realmente cautivadora. Como muestra esta Oh! Quante volte ti chiedo, interpretada por la bellisima Aida Garifullina.

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Buenas canciones que te sacudan la monotonía. Algunas ya las habrás oído, otras serán nuevas. Ójala que con todas toquemos tu corazón.

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