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Mitrídates del Ponto y Mozart en Italia.

Después de su estreno en La Scala de Milán, la obra cayó en el olvido y no fue recuperada hasta 1971 en el Festival de Salzburgo.

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Mozart, al igual que casi todos los grandes compositores austriacos, no era austriaco. Nació en Salzburgo, una ciudad que hacia el año 700 fue fundada como monasterio por San Ruperto, obispo de Worms, y que en el siglo XIII sería elevada a la categoría de principado eclesiástico del Sacro Imperio Romano Germánico. Desde entonces, los príncipes arzobispos habían gobernado sin sobresaltos este Estado independiente, uno entre los más de trescientos con que llegó a contar el Imperio. Como es lógico, Salzburgo experimentaba la influencia del Imperio y de sus dos vecinos más poderosos, el archiducado de Austria, feudo de los Habsburgos -que ostentaba la dignidad imperial desde el siglo XV-, y el ducado de Baviera, feudo de otra importante dinastía de príncipes, la de los Wittelsbach. Por tanto, durante toda su vida Mozart fue súbdito de un soberano de segunda fila y vecino de dos Cortes mucho más potentes que la suya, como eran las de Viena -y Praga, por ser los Habsburgos soberanos de Bohemia- y Munich. Naturalmente, las primeras salidas de joven Mozart fueron a Munich, Linz, Presburgo, Bratislava y Viena. Aunque pronto aquellos territorios vecinos se quedaron pequeños para tanto talento.

A principios de diciembre de 1769, con apenas trece años, Mozart y su padre partieron de Salzburgo con destino a Italia para realizar una amplia gira de conciertos que se prolongaría durante más de quince meses. En Cremona, padre e hijo asistieron a una representación de La Clemenza di Tito del compositor alemán Johann Adolph Hasse. En Milán conoció al compositor G.B. Sammartini y cumpliría con varias representaciones en el palacio del influyente Conde Carlo Giuseppe Firmian, poderoso representante austriaco en Lombardía. En Bolonia, además de contactar con el padre Giovanni Martini, realizó con éxito la prueba de acceso a la prestigiosa Accademia Filarmonica. El Conde Firmian decidió promover a Mozart en Italia recomendando al Teatro Regio Ducal que le encargase la composición de Mitridate, re di Ponto, la primera de una serie de óperas que Mozart compondría en Italia.

Desde la antigüedad, el rey del Ponto, Mitrídates VI Eupator, se convirtió en objeto de debate por su pretendido llamado a la libertad de los griegos y a los bárbaros para expulsar a los romanos de la ekoumene helénica, por su ambición sin límites, y por su lucha a muerte contra Sila, Lúculo y Pompeyo Magno, los más brillantes generales romanos de su época. También en tiempos modernos, el público culto mostró gran interés por la figura de Mitrídates. Prueba de lo atractivo del personaje son los dramas y óperas que sobre Mitrídates se escribieron destacando entre ellos La mort de Mithridate de Gauthier de la Calprenède, el de Nathaniel Lee, el de Fray Francisco del Castillo, y el más famoso de todos ellos, el Mithridate de Jean Racine, traducido al español por Pablo de Olavide. Asimismo, dentro del mundo de la opera se cantaron las desdichas del rey del Ponto en las partituras de Domenico Scarlatti, Antonio Caldara, Nicola Porpora y, finalmente, en la más famosa de ellas, Mitridate, re del Ponto de Mozart, cuya inspiración última está en la mencionada tragedia de Racine.

El libreto de Vittorio Amadei Cigne-Santi, narra la historia del rey Mitridate que finge haber muerto en batalla para poner a prueba a sus hijos, enamorados de su prometida. Batallas contra el ejército romano, amores confusos, lealtad al trono y mucho más en torno a la figura del legendario rey. Mitridate, re del Ponto se estrenó en 1770 en La Scala de Milán, con un Mozart adolescente en el podio dirigiendo las dos primeras funciones. Con esta obra, la reputación de Mozart como músico se hizo aún más patente. Sin embargo, después la obra cayó en el olvido y no fue recuperada hasta 1971 en el Festival de Salzburgo.

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