El galimatías de la Quinta de Bruckner.
Conocer la autenticidad de las sinfonías de Bruckner es uno de los asuntos más complicados a los que se han enfrentado los musicólogos.
Joseph Anton Bruckner tuvo la desgracia de ser descalificado e insultado públicamente durante toda la vida. El mismo Johannes Brahms, defensor de la música pura, fue uno de sus más firmes detractores. Al otro lado se encontraban los creadores de la nueva música, la música programática, aquella que pretendía evocar ideas o describir la realidad con notas musicales, una forma de escribir música que no era del todo nueva. Basta recordar las Cuatro estaciones de Vivaldi o la sexta Sinfonía de Beethoven a la que llamamos Pastoral, subtitulada por el compositor Recuerdos de la vida campestre.
Debido al rechazo que la música de Bruckner sufría en Viena –dominada por otro de sus grandes detractores, el crítico Eduard Hanslick-, el manuscrito concluido en agosto de 1877, su Quinta sinfonía, permaneció guardado durante diez años. Es cierto que en abril del mismo año la obra se escuchó en la capital austriaca por primera vez, pero no en su forma original sino en su versión para dos pianos preparada por su discípulo Joseph Schalk. Pero Bruckner jamás llegaría a escuchar su Quinta Sinfonía tocada por la gran orquesta para la que fue concebida.
El 12 de abril de 1894, Bruckner expresó su deseo de escuchar la Sinfonía nº 5 en Viena. No había podido verla ejecutada en Graz tres días antes, porque su salud era tan frágil que, a pesar de su interés, los médicos le había desaconsejado recorrer los poco más de doscientos kilómetros de camino entre ambas ciudad. En aquella ocasión, el bienintencionado Schalk ya se había tomado la molestia de preparara la partitura para la ejecución orquestal, alterando de forma dudosa la orquestación original. Bruckner, a su vez, ya se había encargado de revisar una y otra vez sus partituras sinfónicas, cortando y pegando pedazos de la versión de una obra con pedazos de otra.
En este punto hay que indicar que el bueno de Bruckner lo consintió todo dejándose llevar, una vez más en la vida, por su escaso carácter, siempre inocente y frágil, de una inseguridad casi patológica. En fin, sigan leyendo…
Sinfonía No. 5 en si bemol mayor. Compuesta entre 1875 y 1877. Revisiones diversas en 1877-1878 y después. Publicada en 1896 sin la participación de Bruckner. Versión original publicada en 1939, editada por Robert Haas. Reeditada y revisada en 1951 por Leopold Nowak.
Así es como el musicólogo Hans Ferdinand Redlich resumió, a mediados del siglo XX, la Quinta Sinfonía de Bruckner. O mas bien, la versión, versión de versión, revisiones y ediciones de la Quinta Sinfonía de Bruckner. Se dejó ir. Pero con su Quinta Sinfonía Bruckner llegó a lo más alto de la maestría en el campo sinfónico y que su segundo movimiento – un adagio a ejecutar Sehr langsam, muy lentamente- sea para mi gusto, uno, uno nada más, de los aspectos más destacados de esta notable sinfonía.