Air pour les fous gais et triste, Platée. Jean-Philippe Rameau. Vídeo, letra e información.
Con 50 años, el compositor inició una carrera que terminó por convertirlo en el más grande de los compositores barrocos franceses.
Con casi 50 años, Rameau conoció a Le Riche de la Poplinière, el mecenas que probablemente más impulsó su trabajo. Con casi medio siglo a sus espaldas, una edad con la que sus contemporáneos ya habían escrito sus obras más importantes y Couperin triunfando en la corte, Rameau estrenó su primera ópera, Hippolyte et Aricie. Mientras tanto, seguía animando las fiestas privadas de su mentor. Casi 50 años de vida en los que Rameau se había mantenido en un perfil bajo, viviendo en ciudades de provincia, visitando París tan sólo de forma muy esporádica y con una enorme reticencia a hablar de sí mismo.
A partir del encuentro con Poplinière, Jean-Philippe Rameau decidió recuperar el tiempo perdido, comenzando una producción lírica que llegó a un total de 31 obras. Desde entonces, además de Hippolyte et Aricie escribe Castor et Pollux, dos óperas-ballets, Les Indes galantes y Les Fêtes d’Hébé, y en 1739, Dardanus y momento en el que vuelve a desaparecer de la escena para tan sólo escribir las piezas de clavecín en concierto y dedicarse a dirigir la orquesta de La Pouplinière. Seis años después reaparece, escribiendo la ópera-ballet, La Princesse de Navarre, y Platée, ópera bufa en tres actos y un prólogo, que con libreto de Jacques Autreau fue estrenada en el Teatro Real de Versalles el 31 de marzo de 1745, siendo ya músico de la corte de Luis XV.
La escena 5 del segundo acto es Air pour les fous gais et triste, en esta ocasión interpretada por Les Musiciens du Louvre, por supuesto dirigidos por Marc Minkowski.
Resulta sorprendente que a Rameau le diese tiempo a convertirse en el más grande de los compositores franceses del siglo XVIII y padre de los conceptos modernos de la armonía. Aunque también sorprende que este contemporáneo de Bach y Handel haya sido tan poco apreciado por la posteridad, hasta el extremo de que tras su muerte su música desapareció de la escena, hasta que, a finales del siglo XIX, músicos como Camille Saint-Saens la rescatasen del olvido.