Rodar y rodar.

... pero hay que saber llegar.

  • facebook
  • Tweet
  • pinit
  • WhatsApp

Fue una tarde de hace dos semanas. Pau y su hija Daniela que no llega a los 20 meses,  nos invitaron a pasar la tarde con ellas.  Con ellas y con Antonio y Grumpi, un basset hound que Teresa prefería tener a cierta distancia.

Merendaron juntas repartiéndose la atención de Mickey entre bocado y bocado hasta el último, que fue el que nos predispuso a todas camino del cuarto de juegos.

No faltaba detalle: peluches, marionetas, cubo de actividades, rayuela musical, pegatinas de pared, cuentos y música, que eso nunca debe faltar. Y a pesar de todo, quiero decir que aunque había mil cosas con las que entretenerse y las pegatinas fueron todo un éxito, hubo algo, una cosa con la que Teresa se emocionó.

El carrito. Un carrito, sí, el típico, el de toda la vida, adaptado a su tamaño con el que no paraba de dar vueltas metiendo dentro cosas desproporcionadas, pero con las que se la veía disfrutar muchísimo.

Al día siguiente fui a por uno. Y no, no penséis que le consiento mucho, porque la verdad es que ni Jorge ni yo hemos querido llenar su habitación de juguetes, pero llevaba una semana superando algunas pruebas de esas que siendo niño son todo un triunfo, y me pareció una buena forma de decirle “bien por haberlo conseguido”.

Y no sabéis cómo fue. Su cara de felicidad, su sonrisa, sus ganas de cogerlo. Y ahora le encanta poner cualquier cosa dentro y sacarlo a pasear. Lo mismo un libro, que un perro, que uno de sus “nenes”.

Y cuando la veo con ese brío y esa velocidad, tan segura, tan feliz. Sabiendo qué ruta seguir, hasta dónde llegar, y corregir cuando las ruedas toman su propio rumbo, pienso en los caminos, en los míos, en los nuestros y en la clarividencia de Vicente Fernández con su “rodar y rodar” y ese “no hay que llegar primero pero hay que saber llegar”.

Oops

La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

Caín.+

Caín.

Esta es la historia de Caín, un tuerto que quería ser rey de los otros y que, mientras señalaba la oscuridad del mundo, caía en el abismo de la pereza. + ver

Un lujo.+

Un lujo.

Que no suene el despertador, que entre una brisa fresca por la ventana y mueva ligeramente la cortina, que el olor a café recién hecho inunde la casa, que suene la música, que brille el sol, amanecer... + ver

Esclavas.+

Esclavas.

Las mujeres, como seres de fantasía de la historia interminable, iban desapareciendo al paso de la nada, eran borradas del mapa y de la historia, era como si nunca hubiesen existido, estaban muertas... pero seguían en pie. Y eran esclavas. + ver

Newsletter

No te pierdas nada, que saber no ocupa lugar.