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cerrarÑam Ñam.
Ya sabéis lo que dicen: barriguita llena, corazón contento.
Esta semana ha sido más divertida de lo normal. Muchas cosas nuevas. Más de lo habitual. Y claro, todo ha sido un no parar de risas, de ropa sucia, de vídeos, de compras… Lo dicho, non stop week.
Porque ya ha llegado el día. El día de la cuchara, de los baberos gigantes y de la baby cook. El momento de los cereales, las naranjas, los plátanos, las peras y las manzanas. Y os aseguro que ese instante, en el que la primera cucharada llega a su boca, no puede cambiarse por nada. Ella primero con cara de “pero esto qué es” y luego de “mmmmmm no está mal”, y nosotros pues tronchados de risa, tratando de inmortalizar el momento.
Ahora estamos a ver si le cogemos el punto al espesor de la papilla de cereales, y si conseguimos dar con las cantidades correctas de fruta para que no sepa demasiado a naranja o no tenga mucha pera.
Y a todas estas ya ha empezado a experimentar con nuevos sonidos, consigue darse la vuelta esté boca arriba o boca abajo, abre los brazos para que la cojas y ya da besitos. Sólo digo que la memoria de mi iPhone ha vuelto a decir hasta aquí hemos llegado… normal.
Pero volviendo al tema culinario, todo el rato me ronda la cabeza lo importante que es educar en una alimentación sana, proporcionada y coherente. Porque las papillas de hoy serán los pucheros de mañana, y eso es mucha responsabilidad.
Lo que me preocupan son las cantidades, el sobrealimentarla por desconocimiento, y aunque lo tengo todo muy preguntado y muy leído, trato de ser muy observadora. Intuición y conocimiento, dos grandes aliadas.
Así que ahora por las tardes la cocina se llena de cáscaras de fruta y ruido de batidora, mientras que por las noches disfrutamos del olor a Smacks de Kellogs de sus nuevos cereales.
Y no sé si será casualidad, pero entre tanto ella sonríe más que nunca. Ya sabéis lo que dicen: barriguita llena, corazón contento.