La “tortú” y los sombreros.
Esa deliciosa forma de repetirse, de repetir y de disfrutar.
Repetirse es aprender, que así dicho quizás no suene muy sugerente. Pero en la constancia está la clave. Y la propia repetición es un como un mantra. Bucles infinitos de sonidos, lugares que señalar, páginas de libros que ver una y otra vez…
Y así es como ella descubre y aprende a un ritmo increíble. Llena de energía, que no decae ni un poquito aún después de incontables minutos en una misma acción.
Estas dos últimas semanas, su foco de atención ha sido Cloti, nuestra “tortú”, que así es como la llama Teresa, y así se ha quedado en casa. Ahora es la “tortú” para todos. Y la tiene tan presente que bien sea al levantarse, al volver de la guarde o entre juego y juego, ella para en lo que esté haciendo, mira a su alrededor y con las palmas hacia arriba pregunta “¿tortú?” y marcha a buen ritmo hacia la terraza, donde Cloti, generalmente dentro de su caparazón, ni se inmuta ante tanta fiesta.
Y eso a ella le debe gustar, porque vuelve y vuelve, quizás con el ánimo puesto en verla en movimiento. Y así pasamos tardes enteras llamando y buscando a nuestro tímido reptil.
Pero como no hay una sin su siguiente, pues ahí hemos estado también con el tema de los sombreros. Ella es muy presumida, se desvive por los pañuelos, le encantan, los coge, los toca, trata de colocárselos, se los coloca, se mira al espejo, lanza un “uapa” y repite la acción, que muchas veces protagoniza con un paño de cocina, la cosa es ponerse algo al cuello. Y lo mejor es que tiene mucho estilo, aunque a veces el resultado sea para no parar de reír.
Pues esto mismo le pasa con los sombreros, por eso esta semana ha sido un no parar de desfilar delante del espejo. En esta ocasión boinas varias. De esas de tipo afrancesado y además una banda trenzada que compré en una tienda de hallazgos y que a ella le sienta bastante mejor que a mí. Jugamos a ponérnoslas y a quitárnoslas. Nos hacemos fotos y ella casi hasta posa. Lo que se convierte en una sesión de chicas a la que solo le falta algo de carmín y esmalte de uñas. Pero al tiempo, sin prisas, que al final todo llega.