De cumpleaños y celebraciones.
Ese fue y ese será su día siempre, como lo es el 18 de marzo para loff.it.
Quienes me siguen en twitter deben saber a estas alturas lo #muyfan que soy de los tales de Berta. Esos cuentos de domingo por la mañana que te hacen soñar, y que te resumen una semana de cosas bonitas bajo el hilo conductor de una historia con personajes que piensan en alto, que sienten y que te llevan de la mano, semana tras semana, para decirte que #lifelooksgood siempre.
En fin que aquí Teresa, Jorge y yo, que nos gusta aprender de los buenos, nos apetecía hacer un tale de sábado, aprovechando el cumpleaños de loff.it, y esa maravillosa recopilación de reviews con corazón.
Se me ocurrió en cuanto vi esa cabecera llena de números, de meses, de días excepcionales, y no me pude resistir. Pinché el 23 de noviembre. Un gran día para nuestra pequeña familia. El día de Teresa. Y como cuando te dedicas a buscar en portadas de periódicos, qué pasó el día que yo nací, pues eso, que me pregunté: ¿qué pasó en loff.it el día que nació Teresa?
Y así empieza la historia…
A las ocho de la mañana salíamos de casa y llovía, pero eso ya lo sabéis. En el coche nuestros pensamientos se concentraban en ella. Como nueva vida, como nuestra vida. El tiempo en un caso así, pasa rápido y el reloj de la muñeca casi se impulsa en cada tic tac. Sin darte cuenta las once menos veinte. Respiras, expiras, caminas, y te repones tras cada contracción. Llega la matrona: “estas lista. Bajamos a la sala”. Y ya en la camilla, junto al sonido de las ruedas, el Wonderful tonigh de Clapton y un casi inaudible Another day in paradise de Phill Collins, me acompañaban. La música ese día fue como un cortejo que había quedado en manos de la llamada de un móvil y de la radio del cuartito de enfermeras.
En el trayecto cerré los ojos y ante el dolor quise transportarme a otro lugar, a otras sensaciones. Y allí estaba yo, en Roma, cuatro años atrás de espaldas a la Fontana de Trevi, mano en alto sujetando una moneda. El deseo estaba a punto de cumplirse. Cuando abrí los ojos fue para ver el techo del ascensor: din doon, planta baja. Ya quedaba menos.
Las 14:00 horas. Un último empujón. La mano de Jorge, la mía y en un segundo la de ella. Cuando se la cogí le susurré: nunca dejaré que dejes de soñar, como lo hacemos tu padre y yo cada amanecer”, porque soñar es imaginar que todo es posible, y esa es la mejor manera de pensar que #lifelooksgood siempre.
Ese fue y ese será su día siempre, como lo es el 18 de marzo para loff.it. Y este es nuestro cuento de sábado, donde realidad y ficción danzan ante vuestros ojos como en la vida misma.