El que busca siempre encuentra.
Y en ese buscar surgen todas las preguntas, a las que también hay que encontrar respuesta.
Hoy me pongo un poco nostálgica, porque los recuerdos siempre lo son, y del saquito que aún conservo de esos días de mi infancia, hay uno que últimamente viene y va, y no es por casualidad.
Estamos en marzo, y en el trayecto hacia los 3 años, ya hemos empezado la búsqueda de colegio, porque en septiembre afrontamos un nuevo cambio, un paso más hacia ese crecer de Teresa y nuestro.
Y la aventura tiene su miga, porque ¿qué colegio es el mejor? Aquí entran en juego varios condicionantes, que a Madrid se le suma el tema de la cercanía, aunque no siempre es un handicap.
¿Laico o religioso? ¿Privado o público? ¿Bilingüe o…? Y así podríamos pasar toda una tarde haciendo listados y descartando o sumando posibilidades.
Pero como decía, a mí esto me trae los recuerdos del primer día, de cuando comienzas, que en mi caso fueron tres veces hasta que comencé en el colegio que mis padres habían elegido como la mejor opción. Una cuestión de puntuación que a la de tres dio sus resultados.
Y este comenzar siempre remueve un poco, por las caras nuevas, las nuevas sensaciones, lo ajeno que terminará por convertirse en común, el empezar a formar parte de un grupo… que son más temores adultos, porque a ellos, a los niños, la adaptación en general les viene de serie.
Ahora es tiempo de jornadas de puertas abiertas, de visitas escolares, de experimentar y entrevistar, y de todo eso al final saldrá algo. Y como no es bueno poner todos los huevos en la misma cesta, habrá que fijar varios objetivos, ahora que las prioridades ya están definidas.
Y a cruzar los dedos, porque en todo esto la suerte también juega su papel.