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Copa de vino al atardecer.

Nada es casual en un sabor donde cada mínimo detalle cuenta.

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Pertenecer al mundo del vino habla de compromiso, de tradición, pero también de modernidad y funcionalidad. La actualidad enológica está siempre efervescente y la producción se configura conforme a las directrices de paladares más allá del sentido del gusto. La familia Moro, una de las más reputadas y emblemáticas de la Ribera del Duero tiene en sus manos el proyecto de Cepa 21, una bodega minimalista miembro de Rusticae dirigida a conjugar la tradición de varias generaciones con la modernidad y el minimalismo. Fácilmente reconocible en su exterior por las líneas rectas y fachada de blanco inmaculado, su diseño no es una casualidad. Situado en un terreno en altura, la intención es la de formar parte natural del paisaje que se divisa desde la carretera entre Valladolid y Aranda del Duero. Contra la tendencia de bodegas exageradamente ostentosas, aquí el equilibrio, la armonía y la elegancia, son la prioridad a la hora de relacionarse con el entorno. Por supuesto, desde el edificio se disfrutan vistas privilegiadas de los viñedos y la ribera.

La concepción externa es un reflejo del vino que en ella se elabora, elegante y sereno, pero a la vez sobrio y consistente. Las cincuenta hectáreas que componen la finca pertenecen a la variedad tinto fino, el más puro clon del tempranillo. Más allá del cultivo de la vid, en Cepa 21 se realizan exhaustivos análisis de los niveles de caliza en el suelo o los niveles de materia orgánica. Nada es casual en un sabor donde cada mínimo detalle cuenta. Durante la visita a sus bodegas, es posible conocer el paso a paso de la elaboración vinícola, desde la fermentación de los 20.000 litros que ocupan sus 34 depósitos al laboratorio para el control de los parámetros de maduración de la uva. Es emblemática la sala de crianza, de casi 70 metros de longitud y semi-enterrada. Contiene más de 2.000 barricas de roble y está presidida por la sala de catas, que a través de su cristal deja pasar una tenue luz que no despierta al vino de su descanso.

Para que la experiencia de visita a la bodega quede completa, Cepa 21 brinda en su restaurante por algunos de los mejores platos tradicionales interpretados por el chef Alberto Soto.  Destaca su terraza, desde la que se divisa la finca y donde los atardeceres se convierten en todo un espectáculo con una copa de vino en la mano. ¿Cuál elegir? Nosotros brindamos con Malabrigo, una cosecha de 2009 con toques de frutos negros en confitura, arándano y mora.

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Directos al paladar. Productos tan deliciosos como difíciles de encontrar “cocinados” o embotellados, en series limitadas, bajo la vigilancia de los expertos más selectos.

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