Jesús Carrasco: volver a casa (o no).

Jesús Carrasco aborda en esta nueva novela la responsabilidad de ser hijos y las consecuencias de asumirla, reflejando de forma brillante el conflicto de dos generaciones.

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Jesús Carrasco (Olivenza, Badajoz, 1972) debutó en el mundo literario contemporáneo con una novela árida, inclemente, como el camino que deberá recorrer su protagonista. Intemperie (2013) narra la historia de un niño que huye de la crueldad y la violencia a través de un escenario crudo, castigado por la sequía y las inclemencias atmosféricas y sociales. El relato —que nace con alma de clásico— sucede en un espacio temporal, físico y espacial indefinido. Ni siquiera los personajes tienen nombre. El éxito fue fulminante. Hubo premios, ventas espectaculares, incluso película igualmente laureada.

La tierra que pisamos (2016) incide en los valores proclamados en la anterior obra: la dignidad, la empatía, la identidad, la tierra, la lucha por la vida. Y la prosa de Carrasco continúa evolucionando en torno a idénticas premisas: la contundencia, la precisión, la alegoría.

Con su nuevo estreno literario, en cierto modo autobiográfico, Jesús Carrasco cambio por completo su registro. Aunque por sus páginas planean elementos ya recurrentes en sus textos, Llévame a casa (Seix Barral) aborda la vejez desde el punto de vista de los hijos y, con ella, las responsabilidades filiales que tantas veces aparcamos en este nuevo mundo que corre sin freno, como si no existieran los límites, como si pudiésemos borrar el paso del tiempo. Y no. El autor parte de la inconsciencia con el fin primordial de alcanzar la conciencia y la consciencia. En ese camino, la idea (la necesidad) de devolver a los más mayores el espacio que les corresponde va cobrando fuerza creciente.

“Podría haber estado junto a su padre la noche en que murió pero, en cierto modo, Juan Álvarez prefirió no hacerlo. No es que eligiera estar lejos de él en ese momento crucial. Simplemente siguió con lo que tenía entre manos sin considerar urgentes los sucesivos avisos que su hermana Isabel le había ido enviando durante las semanas previas”.

Así comienza Carrasco a relatar el regreso de Juan a su tierra natal, al mundo herrumbroso del que salió en busca de la modernidad y la independencia. Él, que lleva años viviendo en Edimburgo, retorna a su pueblito castellano con motivo de la muerte de su padre. No tiene intención de prolongar su estancia más allá del entierro. Pero siempre hay un pero, un imprevisto no calculado que nos obliga a reconducir nuestros planes, a veces para siempre.

Con su habitual estilo narrativo y su lenguaje rotundo, el autor extremeño no se pierde en nimiedades ni en dramatismos innecesarios para entrar de lleno en una de las grandes injusticias modernas (el abandono de los mayores) y la reconciliación con el pasado como forma de enmendarlo. Y lo hace a través del aburrimiento de lo cotidiano, de los sabores y olores olvidados, de los viejos objetos (la casa, un antiguo Renault 4, un vaso de Nocilla…) que, como si se tornaran vivos, agitan la memoria perdida y desaletargan la conciencia adormecida. Los diálogos, los careos, las discusiones entre los hermanos muestran el planteamiento sobre las relaciones familiares, los reproches, la (no) asunción de obligaciones, los rencores o la culpa. Se trata de “una novela familiar que refleja de forma brillante el conflicto de dos generaciones, la que luchó por salir adelante para transmitir un legado y la de sus hijos, que necesitan alejarse en busca de su propio lugar en el mundo”.

El próximo 17 de junio Jesús Carrasco presentará en Málaga su última novela. El acto tendrá lugar en la Fundación Pérez Estrada donde el autor protagonizará una nueva sesión del ciclo Encuentros Planetarios que organiza el Grupo Planeta en colaboración con el CAC Málaga.

Más información Llévame a casaSeix Barral

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