Gregorio Salvador: el sabio del español y prestigio de la RAE.
Gregorio Salvador ha otorgado a la Real Academia Española un prestigio inusitado en tiempos de una profunda “infidelidad lingüística”.
Ocupaba el sillón “q” minúscula de la Academia. Lo hizo durante más de tres décadas, concretamente desde febrero de 1987 hasta hace cuatro días. Antes había sido bibliotecario de la institución; durante, presidió la Asociación de Academias de la Lengua Española —entre 1992 y 1998— y ocupó el cargo de vicerrector de 2000 a 2007. Don Gregorio Salvador, uno de los grandes sabios del idioma español, falleció el pasado 26 de diciembre, pero su legado (afortunadamente) nos acompañará por siempre.
Tenía 93 años y un largo recorrido profesional íntegramente dedicado al conocimiento del idioma, a la investigación lingüística, la semántica y la dialectología. Como tal, escribió más de una decena de ensayos filológicos, entre los que destacan el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía, en colaboración con Manuel Alvar, o Semántica y lexicología del español. Además de académico, filólogo y dialectólogo, Salvador fue un excelente crítico literario (centrado en la poesía de Miguel Hernández, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca) y un referente mundial en lexicología.
Nacido en Cúllar (Granada) en julio de 1927, Gregorio Salvador inició su carrera docente en institutos de Algeciras, Cartagena y Astorga. Posteriormente se trasladó a Madrid donde ejerció como catedrático de Lengua Española en las universidades Autónoma y Complutense, y de Gramática Histórica en Granada y Tenerife. Allí fundó la escuela de estudios semánticos estructuralistas. Jamás abandonó la vida académica ni la investigación lingüística y eso pese a considerar que ya había rebasado la edad recomendable, como afirmaba en 2016 ante el periodista César Coca (El Correo): “A mí me ha desaparecido el futuro. Llevo tres meses de mi año 90, y a esta edad no se pueden hacer planes con vistas a sacarlos adelante”.
Se fue como vivió, rodeado de libros, en paz consigo mismo. Tranquilo, seguro y respetuoso, su carácter templado y su inmenso sentido del humor no le eximieron de protagonizar polémicas sobre la enseñanza del español. Como acérrimo defensor del idioma abordó en sus textos el concepto de “lengua” como instrumento de comunicación, el multilingüismo y sus diferencias con el plurilingüismo (propio de un territorio concreto) en obras como Noticias del Reino de Cervantes. Usos y abusos del español actual (2007), Lengua española y lenguas de España, Política lingüística y sentido común, Un mundo con libros o Estar a la que salte.
Pero tampoco quiso dejar atrás la ficción. Son memorables sus Casualidades (1994), El eje del compás (2002) y Nocturno londinense y otros relatos (2006), además de varias recopilaciones de sus artículos periodísticos: El destrozo educativo (2004) o El fútbol y la vida (2007) en el que confiesa su pasión por el fútbol.
El sabio maestro de la RAE ha otorgado a la docta casa un prestigio inusitado en tiempos de una profunda “infidelidad lingüística” —así denominaba él al creciente desprecio del español por parte de algunos sectores políticos— con respecto a nuestro idioma.