Happy ending.

"Que aunque el gusto nunca más / vuelve a ser el mismo / en la vida los olvidos / no suelen durar" dice Happy Ending, un poema de Gil de Biedma...

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«Que aunque el gusto nunca más / vuelve a ser el mismo / en la vida los olvidos / no suelen durar» dice Happy Ending, un poema de Gil de Biedma con el que en algún momento llegó uno a hacerse esperanza, la necesaria para sobrevivir a la sensación del infortunio mientras se redescubre el horizonte.

Rimbaud. Al recuperar de mis espacios, allí estaban mis olvidos. Recordé, por ejemplo, mientras reconocía de nuevo cada centímetro cuadrado de la casa, los dos años y un largo en que ha estado la cocina sin mesa o sillas, que no hay casa que se habite al cien por cien sin una cocina completa en que hacer vida, servirse un vino, improvisarle un tiento al jamón o sentarse a hablar con uno mismo en confianza. Nunca he sido de fáciles, tendencia y no superación. «Tener paciencia y aburrirse / es demasiado fácil.  Allá penas«. Por eso, comencé por ir cerrando los espacios que se abrían como heridas y aquí me siento ahora, en esta mesa que un día fue idea y hoy se acopla a la pared sosteniendo en su fondo dos cuadros en que he pintado dos tazas, roja, verde, como las que repartimos, y sus referencias Pantone con buen propósito equivocadas. «Il y a enfin, quand l’on a faim et soif, quelqu’un qui vous chasse». Y lo que no es, no es, y lo que aún no es, sólo así cabe que sea.

Angel González. De mis olvidos, Ángel, que tan rico me ha ido sembrando la vida en la palabra, recuperado en la mesilla y en el sabor del saber y las vigilias, las mismas que se resisten a volver. No hay dolor, o no lo hubo, si acaso «No el dolor verdadero, / que enmudece; / sino esa sutil forma de tristeza / que no es apenas nada / más que ausencia de dicha» o el vacío en que se antoja la vida en los primeros singulares. Hasta bello resulta encontrarse las ausencias, ausencias de esto o de lo otro, que qué más dá si es para hallarse. Qué duda cabe que «Seguimos esperando, sin embargo«. Esperando que la vida nos sorprenda. Mientras recorro Madrid tras dos lámparas de salón que han de ser como he soñado que serían.

Louise Glück. Y en el mejor de los estados, la espera de lo inesperado, la atención a todo lo susceptible de percibirse, el cambio de los ritmos, de las letras y las señales, de las normas y de la piel, el ser por uno mismo en los demás, recogiendo los deshechos, porque «en cualquier parte / los humanos dejan / señal de lo que sienten«. Y al compás de una naturaleza titilante que cambia los focos, hora sol hora rayos y centellas, transformando el escenario, y en ella encontrar que «Para mí, / el deleite es siempre la sorpresa«. Incluso viendo si es uno capaz de volver a hacer, mejorar o renovar.

Jaime Gil de Biedma.  «Están estos recuerdos, que sirven nada más para morir conmigo«, que no me llevan ya a ninguna parte, que de lo que he llegado a vivir ya sé lo que no quiero se repita: nada y todo. Está la sorpresa sin duda en que nada se asemeje, la intensidad en que sea todo nuevo, «y que la vida todavía es posible«, tampoco cabe duda, también en los espacios que se completan, salen de los olvidos y entran en las costumbres habitadas.

Life looks good.

* Arthur Rimbaud. Obra poética completa. DVD Ediciones. Trad. Eduardo Moga y Miguel Casado.
* Angel González. Palabra sobre palabra. Seix Barral.
* Louise Glück. El Iris salvaje. Pretextos. Trad. Eduardo Chirinos.
* Jaime Gil de Biedma. Las personas del verbo. Lumen.

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