20 años de Aldaba.

Cualquier empresario o paseante de los alrededores de Alberto Alcocer, en Madrid, sabe de lo que hablamos. Aldaba lleva dos décadas siendo un referente de la cocina tradicional de buen producto. Aquí uno sabe lo que come, y repite, porque el sabor es excelente.

No obstante, los tiempos cambian y la restauración debe ir acorde con ellos. Aldaba ha dado un giro para adecuarse a las nuevas generaciones que demandan un ambiente más jovial y contemporáneo para un comedor emblemático que no ha querido, a pesar del cambio, olvidarse de su fiel clientela de siempre.

La interiorista Isabel López Vilalta ha tenido gran parte de la responsabilidad de este «lavado de cara». Su experiencia en otros iconos gastronómicos como O’Pazo o el mismísimo Celler de Can Roca le ha permitido traer a Aldaba aires limpios y vanguardistas, sin caer en el exceso. Los tonos blancos y los puntos de luz, aprovechando la propia del sol que cae a través de los grandes ventanales, juegan un papel fundamental y se alían con el interior de fornica y terciopelo y las estructuras de madera originales del local. El mobiliario italiano no abandona del todo el concepto del anterior establecimiento, e interpreta los antiguos sillones de mimbre clásicos dándoles mayor frescura.

El proyecto de decoración ha ido muy de la mano con el de la cocina. El chef Antonio del Álamo se ha hecho cargo de la misma utilizando unas materias primas de gran calidad, muy ibéricas, con aderezos internacionales. Italia está presente en la ensalada de gamba roja, habas y taglioni. Japón en la salsa de wasabi del atún rojo. Francia en el pichón de Bresse con miel y mostaza y España, por encima de los demás, en guisos como los callos asturianos, en las verduras con lascas de Idiazábal o en pescados frescos como las cocochas de merluza de pincho al pil pil.

La bodega, con Javier Gila al frente, también sigue esta tendencia de cocina abierta al mundo sin pasar por el laboratorio. Más de 500 referencias nacionales e internacionales maridan con los deliciosos platos de Aldaba, que une generaciones, ahora más que nunca, en torno a la buena mesa.