Souvenir delicioso.
De Soria, mantequilla, torreznos y algo más.
Hay quien viaja y visita museos e iglesias. Otros, se van de compras. Y la mayoría prueba la gastronomía local. Si le gustó, probablemente decida que ése es el mejor recuerdo para sus familiares. En Soria, tres especialidades se debaten el título de regalo imprescindible: la mantequilla, los torreznos y las paciencias.
Porque la hay natural, salada y la famosa dulce, con sus flores coloreadas en rosa. Es fabricada por diferentes marcas y está a la venta en mostradores tan famosos como los de las Mantequerías York, pero todas a partir de la misma leche. No es otra que la de La Cañada Real, cooperativa que aglutina a todos los productores de la provincia.
Porque con ella se cocinan platos deliciosos y porque sobre la tostada, cada mañana, no precisa nada más. Por eso, la mantequilla de Soria merece un monumento.
Los torreznos son otro emblema de esta tierra castellana. En cada bar los sirven, algunos mejores, otros excepcionales y ninguno malo. El secreto, dicen los entendidos, está en el momento de ser fritos. Debe atenderse a unos tiempos y una temperatura adecuada del aceite.
De gran tamaño, llegan tras ser cortados por el camarero y haber escuchado ese crujidito que agita las glándulas salivales. Y si existe un lugar que merece visita obligada tan solo por sus torreznos, ése es la Casa del Guarda en el Monte Valonsadero.
Las paciencias son pequeñas, redondeadas y dulces. Y sí muy duras, tanto que sorprenden a quien las prueba por vez primera. Soria bien merece una visita y volver con tres ricos recuerdos. O cuatro, porque la costrada merece un capítulo aparte.