No era una mentira. Era un cuento.

La nota de la maestra no dejaba lugar a la duda y sí a un carro de perplejidad ante el desparpajo con el que la pequeña, con sus 5 años recién cumplidos, dijo: no era una mentira, era un cuento.

Ariadna salió llorando del colegio, no a moco tendido ni a voz en grito, a lágrima constante y pequeña y con los ojos tristes; aquella tarde no quiso ir al parque, tampoco merendó con las ganas con las que solía hacerlo, ni siquiera cuando su madre sugirió la posibilidad de visitar la tienda de chuches, zona habitualmente prohibida, le arrancó una sonrisa; ante tamaño disgusto, un disgusto que no cabía en su cuerpo de cinco años y se le escapaba por la tristeza de los ojos y los poros de la piel, su madre optó por una tarde de churros, chocolate y película de dibujos animados bien arropadas bajo la manta del sofá.

La consecuencia de aquel plan invernal fue que correspondía: Ariadna acabó contando con pelos, señales y todos los detalles imaginables, su horrible día en el colegio: su pelea con su mejor amiga que acabó incluso con tirones de pelo y su contendiente castigada por la profesora; –¿y a ti no te castigaron también?– le preguntó su madre un poco escamada por la historia –no– respondió Ariadna sin despeinarse –porque la profe vio que yo no hice nada-.

¿Y por qué se enfadó Eva y te tiró del pelo primero?-.

Pues verás– respondió Ariadna acomodándose en el sofá –fue porque yo hoy en la clase de plástica me gané una chuche porque hice el trabajo superbien y ¡entonces! Eva se quería comer mi chuche y yo no le dejé y ¡entonces! se enfadó y dijo que no iba a ser mi amiga nunca más y que le iba a decir a las otras niñas que tampoco podían ser mis amigas… y ¡entonces! yo me puse a llorar y me empujó y me tiró del pelo para que me callara y la profe la vio… y la castigó-.

Pues esa amiga tuya… me parece a mi un poco petarda ¿no?-.

¡No! es buena, a veces es un poco mandona pero es buena…-.

Llegada la hora del baño-cena-cuento Ariadna ya estaba tranquila, contenta e incluso dispuesta a desenfadarse con Eva; su madre dejó que aquella noche fuera el papá, que había llegado más tarde y se había perdido al fiesta del llanto y las lágrimas, quien rematara el día leyendo el cuento con la pequeña y abrió el ordenador para revisar la plataforma por si había alguna nota… y la había.

Leyó la nota de la profesora, se levantó y bebió un vaso de agua, volvió al ordenador y volvió a leer la nota de la profesora; respiró hondo y se plantó en la puerta de la habitación de Ariadna, la niña la mirón con desconfianza, el padre dejó de leer ante el rostro serio de la madre: -me has mentido- dijo sin preámbulos; no añadió más detalles, no hacían falta… lo que pudo anticipar fue la respuesta de la niña: –no era una mentira, era un cuento… ¡y tú te lo creíste!-.



Oops

La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

Bataclan.

El cálido manto de la fiesta pintada con maquillaje caro y música en directo ocultaba la sangre derramada, el dolor pasado, las ausencias presentes... Estaban en Bataclan. + ver

Newsletter

No te pierdas nada, que saber no ocupa lugar.

Salir de la versión móvil