Domingo perezoso.
Le Cabrera presume de su faceta diurna. Cada domingo, su brunch es la pista para desayunar tarde y disfrutar del día sin prisa. Con calma.
Le Cabrera es conocido por la personalidad de su barman, Diego Cabrera. Lo es, claro está, por la factura de sus mezclas. Es decir, esa coctelería de autor que sorprende y esos clásicos que no pasan de moda; por lo uno y por lo otro siempre es un placer regresar hasta esta barra.
Pero este bartender, que procede de la ciudad argentina de Quilmes y que hace tiempo que llegó a España para quedarse, sí, se mueve como pez en el agua cuando llega la noche pero, afortunadamente, ha sabido explotar otros lados del negocio. La faceta diurna tampoco se le da mal. Y es realmente sabrosa.
En la planta superior del local, decorado por Luis Galluissi, existe otra barra y tras ella chefs como Benjamin Benssousan y Rafael Cordón que elaboran a la vista del cliente platos ligeros tanto para el almuerzo como para la cena. El escenario y la situación no tiene corsés, todo sucede de forma divertida y compartiendo barra con otros comensales.
Como relajado es el brunch dominical. Ese placer que resulta perfecto para los más perezosos y que la hostelería de nuestro país adoptó del mundo anglosajón. Aunque lo cierto es que las pistas imprescindibles no son tantas.
En Le Cabrera se sirve de 13.30 a 17.00 horas. Es ideal tras un sábado hasta altas horas o en un domingo de exposiciones, paseos por la ciudad y apetito tardío. Comienza con un ponche o un zumo de naranja natural, no falta el café, infusión y platos calientes y fríos. Entre los primeros, a elegir ente el brioche con mermelada de frutos rojos y foie grass, la ensalada de salmón ahumado con pepino en tiras, cebolleta y vinagreta de miel o la crema del día, que puede ser de marisco, vegetales y otros ingredientes de temporada, por ejemplo, castañas.
Todas las especialidades se elaboran en Le Cabrera. Desde la mermelada al pan. Como plato principal se puede optar por el sándwich de bacon, lechuga y tomate (eso y mucho más) acompañado de patatas fritas con el original toque de pimentón y ralladura de lima ; quizá los excepcionales huevos benedictine –un clásico en todo brunch que se precie- sobre muffin inglés o la tosta de roast beef.
Como broche final, puede ser yogur con muesli y manzana, la irresistible torre de tortitas con topping de chocolate, yogur, miel y sirope de arce o el cheesecake de la casa. Este último nada tiene que ver con la receta tradicional, y está elaborado a base de crema de queso avainillado, trocitos de pan de miel y espuma de frutos rojos.
Precio del brunch : 25 euros.
Deseando que sea, por fin, domingo y desayunar tarde, tarde.