Mugaritz, nada que ver.

No es un restaurante, es otra historia. El lugar en el que suceden sabrosas fiestas.

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No es un restaurante, es otra historia. Clausurado elBulli, se puede afirmar que la casa de Andoni Luis Aduriz es ese lugar en el que, verdaderamente, suceden sabrosas fiestas. Sin estruendos ni algarabía, con sumo placer. Sin el acento mediterráneo de las que sucedían en aquella cala de Rosas, en Montjoi, pero igualmente inolvidables y que pasan a los anales de momentos cien por cien hedonistas.

Tomar asiento supone que comienza el baile y entran en escena atentos camareros, con un discurso natural, que cuentan sobre la tierra y su generosidad, el vino y sus matices, y que, en definitiva, invitan a recibir con los cinco sentidos cada plato. En algún momento, incluso, los comensales componen la banda sonora del restaurante; es la sorpresa que reserva la ‘Sopa en mortero de frutos secos, gambas y verduras’.

Sí, en ese lugar apartado del mundo, en el verde paisaje de Rentería, levemente sobrecogedor, suceden cosas extraordinarias. Las plantas aromáticas y otros frutos crecen en el huerto; la armonía se adivina en la estética, en las plácidas formas del escaso mobiliario, en la madera y en la agradable atmósfera que genera la lluvia, tan habitual en el País Vasco. Pero lo realmente insólito es comerse a bocados la genialidad de este chef, tranquilo, pausado.

«Lo realmente insólito es comerse a bocados la genialidad de este chef, tranquilo, pausado.».

Aduriz expresa su identidad a través de entrantes como ‘Bromas y aceitunas, pocas o ningunas’ o ‘Tosta de tuétano asado, hierbas y cenizas de rábano’ así como con platos de la talla de ‘Ravioli de vegetales aromáticos’, ‘Fideos de leche apenas embebidos. Lámina de tocino, jugo meloso de tomate y calabaza’ o ‘Terrina tostada de rabitos de cerdo ibérico. Manojo de hierbas y lías de vino tinto’. Para concluir, postres que dejan un poso de satisfacción y que no rompen el tempo hasta aquí escuchado. Excepcional es el ‘Mantecado helado de almendras’.

Tan exquisita melodía no sería posible sin una gran orquesta. Aduriz no podría canalizar tanta efervescencia sin un equipo como el que tiene. De cada uno de ellos depende que en Mugaritz la fiesta esté servida.

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