Una pequeña selección de vinos sin nada más en común que la pasión que las bodegas han puesto en elaborarlos y que podrían encajar con los platos que tienes pensado para rematar las fiestas.
Qué duda cabe que nuestros más lejanos antepasados quedarían sorprendidos por una singular bebida que, de forma enigmática y misteriosa, se transformaba de dulce jugo de uva en vino placentero que alteraba el entendimiento del alegre bebedor. Es comprensible que los hombres desearan compartir con los dioses tan noble bebida, en justa reciprocidad por su providencia benefactora. Por eso, fueron los griegos los primeros en tratar al vino como una bebida civilizada, porque fueron ellos quienes primero se atrevieron a mirar a la cara de los dioses inventando la filosofía.En la mitología griega abundan los dioses y los héroes aficionados al vino, Enopión, Ganimedes, Hebe y, por encima de todos, quien inspiró el plan festivo de la antigüedad, Dioniso, siempre acompañado por un jubiloso cortejo en el que figuran bacantes, sátiros, náyades, Afrodita, Pan, Eros y Príapo.
Más tarde, deslumbrados por el enorme talento que los griegos tenían para determinadas cosas, los romanos transformaron la primitiva divinidad dionisíaca en el jovial y socarrón Baco, el otro responsable de que, al cabo de los siglos, el vino se consuma en todo el mundo.
Con la vendimia y con el vino nuevo nacieron las fiestas en honor de los dioses protectores de la agricultura, y en Año Nuevo otra vez se les invocaba para solicitar su ayuda para el momento de la siembra. Este comportamiento ritual reproducía el ciclo natural de las plantas, períodos marcados por los equinoccios y los solsticios, rematados por fiestas en las que el vino tenía su protagonismo. Entonces como hoy, es una buena época para descorchar las botellas celosamente guardadas. Aquí tienes una pequeña muestra de nueve, tintos, blancos, rosados y espumosos, riojas, riberas, garnachas, y tempranillos con nada más en común que la pasión que las bodegas han puesto en elaborarlos y que podrían encajar con los platos que tienes pensado.
Un vino hecho con mimo artesanal y fiel al terruño del que procede: el pago El Rincón, en la finca Viña Lanciano ubicada en un espectacular meandro del río Ebro. Dotado de una personalidad única, es un vino a la altura de los menús potentes y sofisticados de estas fiestas. Vendimiadas manualmente, escogidas en mesas de selección por racimo y por grano -Tempranillo, 80%, Mazuelo 8% y Graciano, 12%- y crianza en roble.
La joven Bodegas Canopy lleva 12 años volcada en la práctica de una viticultura sostenible y en el redescubrimiento del terruño histórico de Méntrida. Procedentes de la colina de una vieja viña de garnacha de más de ochenta años sobre suelo de granito, con viñas expuestas a los cuatro puntos cardinales, La Viña Escondida -nombre muy sugerente- es un monovarietal 100% garnacha. El propio carácter del viñedo viejo limita la producción a 2.100 botellas criadas 18 meses en fudre de 2000 litros de roble francés.
La Cueva de Contador es uno de los vinos emblemáticos de Bodega Contador, nombre que hace honor a la cueva bajo el castillo de San Vicente de la Sonsierra donde la bodega echó a andar con su primera vinificación. En esta añada -94% de tempranillo y un 6% de graciano procedente de viñedos de entre 35 y 55 años- la producción se ha llevado a un kilogramo de uva por cepa. 10.000 botellas comercializadas tras la fermentación en tinos de madera de roble, y una crianza de 18 meses en barricas nuevas 100% de roble francés.
Finca los Hoyales de Bodega Cruz de Alba, es un Ribera del Duero de producción limitada a 6.000 botellas. Un exclusivo tinto cien por cien Tempranillo, cuidado con todo mimo bajo la interpretación de la biodinámica.
Lalomba es la nueva joya de Ramón Bilbao, un vino rosé que ha sido extraído de una pequeña parcela de la ladera de Monte Yerga, La Rioja. Floral y sutil ha sido creado para impregnar momentos únicos y evocadores entre amigos. Colección de sólo 10.000 botellas.
Remírez de Ganuza Blanco 2015 procede de viñedos de una edad media de 60 años situados en el centro de Samaniego, en la Rioja alavesa. Se realiza vendimia manual en cajas de 12 kg de uva, que a su llegada a bodega se introduce en una cámara frigorífica y posteriormente seleccionado en mesas manualmente. El vino se elabora con el mosto flor extraído mediante un depósito rotor. El vino se mantiene con sus lías durante 9 meses de crianza en barrica nueva. En el trabajo sobre lías se ha sustituido el tradicional batonage por un sistema de giro de barricas, menos agresivo con las lías, con el que se consigue una mayor complejidad y se evita la oxidación.
El vino emblema de la Bodega Belondrade es un vino blanco de guarda 100% verdejo que este año celebra su vigésimo segunda añada. Cada una de las parcelas es fermentada y criada sobre sus lías por separado en barricas de roble francés. La fermentación es alcohólica espontánea y controlada y al final de una crianza sobre lías de 10 meses se hace una selección y un assemblage. Toda la producción se embotella a la vez y permanece, como mínimo, 5 meses en botella antes de salir al mercado. Como buen vino de guarda se ha elaborado para consumirse en los siguientes 6 a 8 años.
El azul –la inmensidad del Atlántico– y los motivos que decoran la botella de esta Edición Limitada, están inspirados en los tejidos de la última colección que el diseñador Juan Duyos presentó en Madrid. Dentro, toda la expresividad de la Albariño del Val do Salnés en un vino frutoso con recuerdos marinos que nos seduce con su elegante frescura.
Elaborado según el método champenoise, el Mar de Frades Brut Nature es un Albariño Espumoso con vocación de exclusividad y producción muy limitada. Se elabora realizando una segunda fermentación en botella a 12-13º, envejecido con las lías hasta el degüelle, momento en el que se expulsan las lías y aparece la burbuja potenciadora de los sabores a uva.
Directos al paladar. Productos tan deliciosos como difíciles de encontrar “cocinados” o embotellados, en series limitadas, bajo la vigilancia de los expertos más selectos.
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