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cerrarBocadillo de jamón y champán.
Un bar moderno que ya abarrotan los todavía pocos que lo conocen, un homenaje a la bocadillería bien hecha.
Porque no hay nada más nuestro que un bocadillo de jamón. Eso es indiscutible. Porque se multiplican los sitios de hamburguesas gourmet, de sandwiches historiados, de tapeo de autor en entornos de diseño… y a nadie se le había ocurrido implantar el mismo concepto con algo tan rico, tan sencillo y tan propio como un buen bocata de nuestro mejor ibérico. Y no, no hablamos de ninguna vieja tasca.
Bocadillo de jamón y champán es un homenaje a la bocadillería bien hecha. Un bar moderno que ya abarrotan los todavía pocos que lo conocen. En palabras de sus creadores, y no hay mejor definición posible, se trata de «un lugar donde te puedes comer ese bocadillo de jamón de bellota con un pan de pueblo inolvidable que comiste un día en la carretera de Extremadura. Un sitio donde poder tomar ese mollete harinoso con buen ibérico y aceite de oliva virgen extra que tomaste un día cerca de Antequera. Una barra donde pedir esa pulga con jamón y pimiento verde a la brasa al estilo del viejo San Sebastián. Una donde disfrutar lo mejor del cerdo con un pan tumaca catalán».
Son tres los ideólogos. Tres amigos de buen comer que, precisamente por eso, saben apreciar sobremanera un bocado tan desnudo y exquisito. Por eso, Bocadillo de jamón y champán carece de artificios incluso en el nombre. Es una pequeña bocadillería actual, en un marco sencillo pero tan cuidado como el producto que manejan. Las líneas rectas y la madera de encina, homenaje a las dehesas, gusta pero no resta protagonismo al rey.
Cinco son las opciones jamoneras, haciendo referencia a sus distintas preparaciones a lo largo y ancho de la geografía española y personalizadas en el nombre (y el rostro) de amigos originarios de cada zona. Está Enrique con el clásico bocadillo de jamón, Telmo con el navarro (pan de cristal con queso cremoso, pimiento del piquillo, cebolla caramelizada y paleta de bellota,) Paez con el andaluz (mollete con paleta de bellota, aceite de oliva virgen extra y tomate natural triturado), Txema con el vasco (pan de horno de leña con pimiento verde a la brasa y paleta de bellota), Antoñito con el manchego curado… Además, algún que otro «agregado» como el Perrito Español con butifarra.
A todos les acompaña una fantástica selección de vinos capitaneada por Javier Gila, presidente de la Asociación Madrileña de Sumilleres. En ella brillan seis champanes de pequeños productores franceses para completar el explosivo maridaje que da nombre a este negocio tan clásico a la par que rompedor. Y gazpacho, ¡qué gazpacho! Ese otro manjar tan enraizado al que aquí dan tratamiento de Gran Reserva sirviéndolo en finas copas de tinto. No es para menos, probar su receta es casi olvidarse de que madre no hay más que una.
No hay tutía. En Bocadillo de jamón y champán las papilas gustativas hacen chiribitas.