Cuando el comer se convierte en arte, Pinch-arte.
El restaurante madrileño Pinch-arte cautiva a los cinco sentidos.
Hace ya muchas décadas desde que comer pasara de ser una necesidad a convertirse en todo un arte. Hablamos del buen comer, del deleitarse con los platos, de disfrutar de sus aromas, de sus texturas, de su explosión de sabores y de guardar todas las sensaciones que nos produce cada bocado en nuestra memoria, para luego poder evocarlas siempre que queramos.
En el número 128 de la madrileña calle Velázquez, en pleno corazón del Barrio Salamanca, se encuentra el restaurante Pinch-arte. Un lugar en el cual, desde que se traspasa la puerta, uno entra predispuesto a sorprenderse con su carta, su decoración y sus exquisitas propuestas gastronómicas.
Está dividido en dos zonas: la barra y el comedor. Para tomarse una cerveza o un buen vino, en la barra se pueden acompañar por pinchos fríos y calientes, raciones y sugerencias del día. Y, si necesitas volver corriendo a la oficina o llevarte la cena a casa, puedes pedir platos para llevar. El restaurante tiene una cuidada decoración, acogedora y con toques llamativos, que invita a elegir cualquiera de las propuestas de su apetecible carta.
Para empezar, por ejemplo, una ensalada de pulpo y trigueros con lechuga de mar, una pasta fresca con setas y carabineros y un tartar de gambas con wasabi y cebolleta. Y entre sus platos principales, un rabo de vaca guisado y deshuesado, un filete tártaro de buey, una merluza de pincho de Celeiro o un tataki de atún rojo, todos ellos elaborados con productos frescos de mercado y recetas tradicionales. En Pinch-arte saben elegir con mimo los ingredientes perfectos para cautivar, con un solo plato, a los cinco sentidos.
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