No es clandestino.

Su base de operaciones y el lugar en el que busca la clientela es el número dos de la calle Bárbara de Braganza. Muy cerca, existe otro espacio. Es cuasi secreto y no está abierto al público en un horario concreto. Tan sólo lo está si alguien gestionó la reserva para disfrutarlo en privado. Es El Back.

Está en la planta baja de un edificio de la cercana calle Piamonte y de la decoración se ha ocupado, una vez más, Luis Galliusi. No importa decir la dirección (aunque no lo haremos) porque aunque se llame a la puerta, nadie abrirá. Y es que habitualmente está vacío. Vacío pero listo para la próxima cita que será solo cuando se reservó para compartir una fiesta, reunirse con los amigos o cualquier otro motivo de celebración.

Diego Cabrera siempre soñó con tener un speakeasy. Uno pero de verdad; sin medias tintas ni contraseñas que todo el mundo conoce en la ciudad. Sabiendo de su tenacidad, posiblemente algún día lo consiga. De momento, sigue presumiendo de su buen arte aquí y allá. Y cerca está el marsellés Benjamín Bensoussan que de cocina sabe lo suyo.

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