Prefiero duros palos antes que duras palabras.
Pon a dieta las palabras que recoges de otras personas, pueden causarte más daño que el colesterol alto.
Entendiendo palos, no como maltrato, sino como un dolor físico que la vida nos ha traído, por el motivo que fuese. ¿Cuántas veces has tenido que soportar duros palos físicos (vengan en la forma que vengan estos palos)? y ¿Cuántas veces has tenido que soportar duras palabras? ¿Cuáles te han marcado más en tu vida?
Si pudiéramos comparar por nivel de intensidad en ambos casos, lo físico y lo verbal, estoy seguro que estarás de acuerdo conmigo en que prefieres el dolor físico al psíquico que producen ciertas palabras.
En el caso físico, incluso algo tan doloroso como puede ser un cólico nefrítico, te da momentos de tregua, pausas en las que no sientes el dolor, y otros incluso en los que subes tu umbral de aguante de dolor y lo soportas con mejor talante. Ahora bien, aquellos dolores provocados por palabras, que si nos duelen tanto, seguramente además han sido pronunciadas por personas que queremos, no dejan tregua alguna, incluso cuando dormimos en ocasiones nos atormentan con pesadillas, nos rompen el corazón.
Me atrevería a afirmar que es más fácil llegar a la locura, a través de un dolor psicológico intenso, antes que por un dolor físico de la misma intensidad, incluso sabiendo la capacidad de somatización que tiene nuestra psique.
Te invito a que cuides las palabras que dices, que te dices y también muy importante, las que te dicen y de las que te alimentas, en ocasiones es mejor no escucharlas, y de no poder evitarlo, buscar la forma de ponerlas en perspectiva u olvidarlas, ya que lo que una persona diga, porque lo siente así o así lo piensa, no significa que sea cierto, ni que tengas que quedártelo. Tienes la libertad para elegir con qué te quedas en tu mente y con qué no, y esto puede marcar la diferencia entre tu felicidad y tu infelicidad. Elige cuidadosamente.