Póngame kilo y medio de paciencia, he tenido una idea.
La falta de paciencia se ha cobrado muchos fracasos, así como la adecuada paciencia ha sido la madre de muchos éxitos.
Vivimos en la era de la velocidad, las comunicaciones se producen de forma instantánea de un lado del planeta a otro, se cambia de trabajo y pareja sin casi dar tiempo a conocerse, todo sucede a velocidad de vértigo. Incluso en el tiempo que dura una película o un programa de televisión, somos capaces de ver dos o tres, haciendo zapping. Pero aunque nosotros parece que queremos esa velocidad, el universo sigue funcionando a su ritmo, y algunas cosas no pueden acelerarse.
En muchas ocasiones nos hemos convertido en expertos impacientes, y a veces esta impaciencia es nuestro peor enemigo. Te imaginas ser impaciente por conseguir un buen vino reserva y querer lograrlo en 1 año en lugar de los más de 3 precisos. Tal vez a ese vino procesado de forma especial pueda llamársele reserva, pero no será ni parecido al original, no tendrá las mismas propiedades.
Lo mismo sucede con el éxito, pocos éxitos llegan de la noche a la mañana, y los que así llegan, suelen irse con la misma velocidad. Otra cosa es que nosotros veamos el éxito de alguien y pensemos que lo ha logrado rápidamente, pero en tal caso no es más que nuestra percepción, tendríamos que preguntarle si esos resultados no son en verdad la consecuencia del trabajo duro y constante.
Te invito a que tengas más fe en lo que haces y en consecuencia más paciencia en esperar los resultados, y no te dejes llevar por esa necesidad de grandes resultados rápidos. Hay cosas en la vida, que se degustan mucho mejor cuando han llevado su tiempo macerando. Y aún más, cuando tú has sido quien las ha cuidado en su proceso de maduración.