Solas.
Solas o en compañía de otros pero a solas siempre con la vida que un día soñaran, con su mundo en construcción.
Era pequeña y revoltosa, inquieta pero callada, obediente pero persistente, decía poco pero entendía mucho aunque no sabía qué hacer con todo lo que comprendía; aquella tarde soplaba una brisa suave y fresca en la playa y con solo meter en el agua la punta del pie se dio media vuelta de regreso al arenal con su cubo, su pala y su rastrillo; recorrió ese pequeño camino ideando un plan, diseñando en su cabeza un gran castillo de arena, uno parecido al que había imaginado el día anterior y el anterior… pero que nunca lograba construir (indudablemente le faltaban conocimientos de ingeniería).
Lo que no esperaba al llegar al lugar donde la esperan sus útiles de arena y playa era verse sola, al parecer la temperatura del agua únicamente la había desanimado a ella, algo que la sorprendió ligeramente pero que acto seguido le importó un bledo, al fin y al cabo su hermano era un culo inquieto, más un bulldozer que un constructor, y entre sus amigas la cosa no mejoraba mucho: una detestaba mancharse de arena, la otra se entretenía siempre cavando fosos en lugar de levantado castillos y a la tercera en discordia la oía reír medio arenal mientras se dejaba alcanzar por las olas, alguien que gozaba de semejante manera con el agua helada en un día fresco como aquel no podía ser de fiar…
Así las cosas se dispuso a vérselas ella sola con su construcción, tan dispuesta estaba a ello que cuando su madre y su tía la de Cuenca se ofrecieron a ayudarla con el afán de que no jugase sola las mandó a comprar helados con la mejor de sus sonrisas ¿qué se pensaban? ¿que era una mascota a la que entretener? ¿que no tenía nada en la cabeza? No… la verdad es que no sabía si era muy lista o muy cabezota pero lo que descubrió años después recordando sus tardes de juegos y lecturas solitarias es algo que, de algún modo, ya sabía entonces, cuando apenas levantaba unos palmos del suelo y hablaba mejor de lo que cabía esperar en una loca bajita de su tamaño: la vida es un camino personal y único, uno en el que te encuentras y desencuentras con otros, cabe que incluso se convierta un buen día en un camino para dos pero lo que no es nunca, jamás y bajo ningún concepto, es un camino comunitario a modo de ruta de peregrinos, no es una ruta en la que esperar a que venga un cualquiera a acompañarnos… cabe que sepamos donde vamos o cabe que caminemos casi a ciegas pero, sea como fuere, es nuestro camino, no el de otros y a nosotros nos corresponde descubrirlo sino elegirlo o incluso crearlo apartado las malas hierbas y gozando mundo adelante de la vida…
¿Y por qué aquel recuerdo lejano en una tarde cualquiera de primavera?
¿Y por qué no? Al fin y al cabo todavía soñaba con aquel castillo de arena que nunca había llegado a construir…