Gafas y relatos.

Gafas como relatos y realidades virtuales como verdades... así de extraño se estaba volviendo el mundo incluso a sus ojos (y a sus gafas).

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Se quedó plantada en medio del salón como si hubiese sido esculpida en piedra, sostenía su taza de café con las dos manos como si buscara el modo de conseguir que el calor que desprendía se colase en su cuerpo a través de las manos y ni tan siquiera pestañeaba, miraba fijamente la pantalla de su ordenador mientras el color huía de sus mejillas, su ceja derecha subía ligeramente hacia el cielo y su boca se abría aun a riesgo de que una mosca se colara dentro. No alcanzaba a articular palabra.

Era Belén. Estaba segura. La niña mona de su curso. La que iba para modelo. La que se había ligado al músico de no-sé-qué banda de rock. Era en realidad lo que aquella Belén que recordaba había llegado a ser… en su bio decía ‘Llamadme Bel NewAir: demasiado mala para ser Belén, demasiado moderna para ser New Age‘.

Nunca había sido la más lista de la clase aunque sí la más dispuesta a comerse el mundo, de sus videos era fácilmente deducible que pensaba que lo había hecho, que lo estaba haciendo… Ella más bien pensaba que los nuevos tiempos la habían engullido sin dejar de Belén más que una parodia.

El video que la había atrapado y convertido en estatua de sal y de piedra en medio de su salón iba de gafas, no de gafas de sol ni ópticas, de ‘gafas de mirar al mundo con los ojos correctos‘, decía Bel NewAir… Ella estaba pasmada ¿con los ojos correctos? ¿había acaso ojos incorrectos? Enseguida se percató de que no, no había ojos incorrectos pero sí miradas lujuriosas y sobre todo inconvenientes…

Las gafas de Bel NewAir habían sido diseñadas para protegernos de nuestros propios ojos, de su forma inconveniente de mirar… y las había para todas las ocasiones: moradas para el 8 de marzo, rosas para el Día Mundial contra el Cáncer, verdes para el Día del Planeta, azules para el Día de los Océanos, rojas para soportar los días rojos (los insoportables según Audrey Hepburn), negras para los días de malas noticias (o los de resaca), grises para los días tediosos, con detalles brillantes para las citas que prometen, con flores en las patillas para las mañanas románticas y las tardes de amor… De este modo, explicaba Bel NewAir, te aseguras de que tus ojos miren como hay que mirar y no de modo inconveniente…

El video terminó y ella dio buena cuenta del café que todavía quedaba en su taza pensando en el modo en que Belén, Bel NewAir, ante el hecho cierto de que ni se había comido el mundo, ni había llegado a ser la top del momento tal y como se había propuesto, había optado por obviar la realidad y relatarla a su gusto y antojo… Eso le parecía humanamente comprensible, claro, lo que ya superaba su umbral de la comprensión era descubrir el modo en que quería conseguir que todo el mundo viese la realidad a sus ojos y no a los propios, la manera en que tildaba la realidad de inconveniente.

Puedes ignorar la realidad, querida Belén, pensó recordando a Hanna Arendt, pero no las consecuencias de ignorar la realidad (no al menos indefinidamente)…

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