Dinosaurios.

Érase una vez la historia de un jovenzuelo que quería caminar entre dinosaurios y conocer al más grande de todos cuando vivieron en Europa...

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El jovenzuelo, demasiado niño para ser un chico y demasiado mayor para ser un niño, caminaba con paso firme por el largo y empinado pasillo escuchando con suma atención lo que el guía del museo explicaba, estaba tan atento que fue el primero en pararse en seco cuando el animado guía se plantó en jarras en la curva cerrada en la que daba comienzo un nuevo camino: a partir de aquel punto cada paso que dieran representaría 50.000 años y para cuando llegaran al final del pasillo habrían pasado de la formación de la tierra al momento actual; mientras daban cada paso y avanzaban miles de años el guía hablaba de edades, glaciaciones, dinosaurios y otros animales extintos, meteoritos… para cuando habló del hombre el pasillo prácticamente había llegado a su fin y el jovenzuelo comenzó a entender mejor que nunca que la vida del planeta tierra iba mucho más allá de la existencia del ser humano. En ese momento eso representaba sólo uno más de los cientos de datos que se acumulaban (a saber en qué orden o con qué desorden) en su cabeza.

A continuación pasó un rato largo paseando entre los restos de un mundo que ya no existe, descubrió amonites y trilobites, reptiles marinos, dinosaurios hervíboros y también carnívoros, sus ojos se abrieron como platos ante las réplicas de los inmensos saurópodos y del magnífico gigante europeo, de la gran cabeza del giganotosaurus y de la más grande todavía boca del megalodón… y no, no estaba en un museo de Spielberg ni en una de sus películas, estaba donde muchos siglos atrás (más de los que era capaz de contar) aquellas criaturas poblaban la tierra…

Fue entonces cuando se plantó delante de un panel que representaba lo mismo que el largo pasillo que había recorrido al principio de la visita, la evolución de la vida en la tierra; ahora esa evolución estaba condensada en una imagen que se veía en un sólo golpe de vista… lo que apenas se veía entonces era el tiempo que el hombre llevaba poblando la tierra, era tan pequeño en comparación con la evolución de la vida en la tierra que apenas representaba una minúscula línea –somos el último mono– dijo entonces el guía –y la que estamos liando– añadió a continuación el jovenzuelo…

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