Bataclan.

El cálido manto de la fiesta pintada con maquillaje caro y música en directo ocultaba la sangre derramada, el dolor pasado, las ausencias presentes... Estaban en Bataclan.

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El ojo perfectamente perfilado y los labios en Rouge deslumbrante, la sonrisa puesta y el calzado cómodo para saltar y bailar a placer de copa en copa, dando la nota y hasta el cante, disfrutando como merecía… Y no solo ella, también su amiga Valentina, y Rosamund, Lisbeth y hasta la pesada de Edith en su mundo color de rosa (todo en ella era de color rosa); para cuando llegaron a las puertas de Bataclan los chicos ya estaban allí y es que si algo sabían hacer ellas era llegar tarde para hacerse notar, para convertirse en las reinas de la pista antes incluso de tomarla por asalto.

La noche fue larga y brutal, divertida como pocas ¡música en vivo y en directo!, coca-cola para todos y algo de comer… y su maquillaje siempre perfecto, que por algo se miraban las unas a las otras cuidando del rímel ajeno como si fuera propio, no sabía una nunca cuando iba a tener que practicar una caída de ojos… Aunque aquella noche fue más de locura fiestera que de ligar a destajo, no se descorchó Champagne ni se brindó por nada, se gritó, eso sí, alto, fuerte y claro ¡Viva Palestina Libre!. Pañuelos y banderas palestinos salpicaban el paisaje de la pista ¡stop al genocidio gazatí! ¡Desde el río hasta el mar! …

Para cuando salieron de la sala de fiestas quien no había perdido la voz se había dejado sobre la pista la vergüenza, la memoria ninguno la llevaba puesta y de copas Iban hasta más allá de donde estaban dispuestos a reconocer pero el aire era fresco y bastó un paseo y el silencio de la noche de París para que el cansancio empezara a recordarles que eran humanos.

Lisbeth caminaba como si el suelo estuviese pegajoso, Rosamund encogida como si tuviera un agujero en el estómago, a Edith le dolía la cabeza como nunca en su vida, Pierre era más Pierre no doy una que nunca, caminaba haciendo eses, no tanto por la borrachera como por el dolor punzante que sentía en su cadera ¡la noche he hecho estragos! Decía Arnold entre risas… él se reía porque a él no le dolía nada, claro.

Sentía un sabor metálico y desagradable en la boca ¿qué les estaba pasando? ¡Con lo divertida que había sido la noche! Lisbeth se preguntaba qué habría pisado para ir dejando huellas rojas a su paso, Pierre se cruzaba consigo mismo sin ver las gotas rojas que dejaba tras de sí, Edith sentía un calor extraño en su brazo al tocarse la cabeza aunque no veía la sangre que manaba de su sien hasta su codo, Rosemund quería sentarse, acurrucarse en cualquier rincón hasta que su estómago dejara de dolerle, Arnold le recomendó el vómito como bálsamo de Fierabrás porque ninguno de los dos se daba cuenta de que aquel estómago ya se había vaciado por al agujero que llevaba en el abdomen. Hamás se habían sentido tan mal.

Se fueron desperdigando cada uno a su casa sin darse cuenta de que una doblez de los pliegues del tiempo los había llevado de febrero de 2024 a noviembre de 2015, del año en que se jaleaba a terroristas en la pista del baile al año en el que los terroristas mataban a quienes ya no habrían de jalearlos años después…

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La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

Bataclan.+

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