Pasarela, cosas de blancos.

Hace unos días leía en una web internacional que, a pesar de que la moda ha sido un sector ‘víctima’ de los avances, en el que las nuevas tecnologías han permitido abrir ‘orejeras’ para descubrir que en el mundo había mucho más que un diseñador, unos patrones y unas modelos -que existía la calle y que quienes las pisaban ahora estaban dispuestos a hacerse con el control para que, lápices y cuadernos, creasen a partir de lo que veían- todavía existen cosas que no están dispuestas a cambiar. Este es el caso del predominio de los blancos sobre los negros.

El artículo en cuestión presentaba la idea de que, ahora que contamos con redes sociales que nos dan carta abierta a cualquier semana de la moda o que podemos encontrar cualquier marca de lujo en grandes almacenes desde Madrid hasta la Conchinchina (al sur de Vietnam) la moda era cuestión de aquellos que tenían la tarjeta de crédito a punto de explotar, independientemente del color de su piel. Pero lo cierto es que, a pesar de esto y a pesar de cientos de movimientos que han puesto en piel los propios implicados, como es el caso de Naomi Campbell y el proyecto Balance Diversity en el 2014, pasan los años y la variedad étnica que pasea por las pasarelas no aumenta. Algo que confirman las cifras: menos del 25% de los modelos que desfilaron en las semanas de la moda de Nueva York, Londres, Milán y París eran de color.

Que el racismo existe es una realidad y que en la moda, un sector donde lo único que importa es la imagen, se hace más latente tampoco es ninguna tontería. La periodista citaba una situación en la que la modelo Nykhor Paul hablaba en Instagram sobre el problema que se encontraba en los desfiles: ella tenía que llevar su propio maquillaje mientras que el resto de compañeras, de piel blanca, podían utilizar el servicio que ofrecía la firma sin ningún inconveniente. Y estas cosas son las que realmente hace plantearse el por qué de lo que nos encontramos hoy día. ¿Se trata de una situación que genera la sociedad o que nos viene impuesta?

Es probable que al ir de compras o al pasar delante de los escaparates no seas consciente de si el maniquí que lleva la ropa es blanco, negro o no tiene cabeza, mientras que puede llamarte la atención que el tamaño de las piernas no supere al de las patas de una hormiga… Es probable que nos encontremos ante un problema en el que nosotros poco podemos hacer y que sea verdad eso de que la pasarela, al fin y al cabo, es cuestión de blancos.