Madrid Fashion Rock Week.

Es la ocasión perfecta para inaugurar después de unos cuantos meses la segunda parte de este espacio y hacerle honor a las ‘manière’ de la vida, siempre relacionado, claro está, con lo que nos reune cada semana por aquí. El viernes estuve en un concierto. Uno de esos en los que jamás te verías involucrada ni por el lugar – estaba al lado de casa y en Madrid los conciertos nunca son al lado de casa – ni por el tipo de música, sobre todo cuando una no bebe cerveza y decide, de buenas a primeras, acudir a las 21:00 horas de un viernes a un tributo de Extremoduro y Platero y tú. Dos razones con peso suficiente, aunque a simple vista no pueda parecerlo, para que alguien que no esté puesto en este tipo de ‘hábitat’ llamado rock llegue a plantearse la eterna pregunta de ‘¿qué me pongo?’.

La explicación es simple: los seres humanos somos así de costumbristas y ante situaciones que pueden resultar desconocidas o nuevas lo primero que hacen es entrar en pánico, incluso delante del armario. ¿Por qué? Porque tenemos las ideas muy claras, lo que no significa que siempre sea correctas, sobre qué pertenece a cada cosa y, en este caso, sobre el tipo de persona que podemos encontrar en un concierto de rock. Es ahí cuando las ‘maneras’ pueden a la lógica y se sucumbe a las reglas del fashion system: zapatillas, vaqueros rotos y, cómo no, una chupa de cuero. Y así es como una se planta en la puerta de una conocida sala de fiestas en Madrid, con la esperanza de pasar desapercibida pero teniendo claro al mismo tiempo que la mimetización va a ser casi imposible. Sobre todo porque el espíritu rockero se lleva en el alma, que no en la chupa.

La refutación llegó a las 21:10 horas. Suficientes minutos para demostrar una vez más que los prejuicios son los principales culpables, por supuesto también en la industria, de que se evite una evolución constante donde el ingenio, lo novedoso y la personalidad sean los responsables de un triunfo absoluto. Porque el que delante de una puerta de discoteca acudiese un público jóven, mayor, clásico, rockero, enchaquetado e incluso ‘entubado’ en faldas y stilettos nos hace darnos cuenta de que somos nosotros mismos los obtáculos principales de una moda que intenta ser revolucionaria, donde los resultados van más allá de los tópicos y se centran en lo que realmente importa: el carácter y el alma de quien las crea.

Y así fue como un simple tributo, muy bueno por cierto, hizo que las estrellas del rock adoptasen un punto de vista totalmente diferente y sorprendente para muchos de los que tuvimos el honor de estar allí, respirando tranquilos y disfrutando de las zapatillas, chupas y corbatas del momento… El efecto del nuevo fenómeno del rock&roll personal style.