El niño con el pijama de rayas.

Los niños son los protagonistas de esta historia con decorado fuertemente dramático.

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El 27 de enero de 1945 tuvo lugar la liberación del campo de concentración de Auschwitz y Shmuel no apareció entre los liberados. La última noticia que se tiene de él es que andaba buscando a su padre dentro del campo de concentración nazi. Shmuel es un niño de 9 años que fue a parar allí con su padre y sin saber qué es lo que realmente hacían o tenían que hacer. Todos sabemos que en aquella época el ejército alemán de Hitler andaba tratando de fabricar una raza humana “pura” – o lo que ellos entendían por “pura” – a costa de recluir a todos los judíos en campos de trabajo, de concentración… de exterminio, pero Shmuel no parece que lo tuviera claro y menos aún Bruno, un amigo que le había salido al otro lado de la alambrada.

Bruno, el otro niño, vive en esa pequeña burbuja en la que todos estuvimos alguna vez. Esa burbuja en la cual nada malo puede ocurrir, incluso aunque tu padre sea un oficial de la Schutzstaffel nazi, un depravado, demente y sanguinario, guiado por unas absurdas teorías que un día selló en su cerebro, vete tú a saber quién. Incluso aunque lo que veas al otro lado de la alambrada sean personas todas igual vestidas, con pijamas de rayas, que no son más que judíos destinados al matadero del campo de exterminio de Auschwitz, aunque tú no lo sepas. Porque no sabes todo eso y desconoces por completo lo que se cuece en la Alemania de los primeros cuarenta del siglo pasado, sólo por eso podemos tener la certeza de que vive en una burbuja en la cual nada malo puede ocurrir.

Bruno, hijo del nazi, defraudado por la pequeña y corta vida que ha tenido hasta ahora, relegado a un lugar que para él no tiene sentido, sin amigos y sin otro entretenimiento que aquel recinto que él cree que es una granja, ve la luz cuando se hace amigo de uno de los individuos del otro lado de la alambrada; un niño con un pijama de rayas. Es su verdadero amigo en esta nueva vida que le ha caído, su único amigo. Así, como buen amigo que es, sufre cuando Shmuel le cuenta todas y cada una de las desdichas que ha ido padeciendo en los últimos tiempos. Cuando se tiene una edad en la que aún uno no es capaz de discernir con claridad lo que es justo y lo que no, lo que no forma parte de la realidad de uno se convierte en una especie de aventura que está ahí y de la que hay que participar ignorando las posibles consecuencias, por muy dolorosas o inhumanas que éstas sean.

Los niños son los protagonistas de esta historia con decorado fuertemente dramático. Pero no podemos dejar de lado un protagonismo que va invadiendo el argumento para dar un golpe brutal: el de Ralph, el padre nazi. Habrá quien sienta pena por este hombre, sí, lo habrá y no le faltarán razones. Habrá quien odie a este personaje con razones más que sobradas, acentuando este odio, si cabe, con los acontecimientos que acaecen al final de la novela. Pero os aseguro que lo peor de todo será esa suerte de sentimientos encontrados al experimentar cierta sensación de alegría con un ‘se lo merece’ frente a un rabioso e impotente ‘no puede ser que esté pasando esto’ al ver que una vez más, como tantas veces en la vida, pagan justos por pecadores.

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Título: El niño del pijama de rayas
Autor: John Boyne
Nº de páginas: 224 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editoral: SALAMANDRA (PUBLICACIONES Y EDICIONES SALAMANDRA, S.A.)
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788498380798

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