Emoción.
La emoción de un relato, de un cuadro, de una melodía... la emoción de la sinrazón.
¡Qué emoción!
¿Cuántas veces había sentido aquella frase?
No sabría decirlo… Porque la emoción es aquello que te sucede mientras tú haces otros planes… o algo así.
Se había emocionado leyendo, descubriendo ante sus ojos como sobre una página escrita y a través de las palabras se iba construyendo ante sus ojos un nuevo universo, un relato, una nueva historia… y una emoción en sí misma al leerla.
Se había emocionado viendo una película, descubriendo como sobre una pantalla a veces grande, a veces pequeña y fotograma a fotograma se iba construyendo ante sus ojos un nuevo universo, una nueva historia, una película… y una emoción en sí misma al verla.
Se había emocionado escuchando música… ¡tantas veces! Era magia, no alcanzaba a entender como era posible que unas notas musicales tocadas en este o aquel instrumento lograran colarse entre sus emociones y alentarlas de tal modo que le resultaba imposible contener la emoción… había canciones que le hacían bailar, otras que le hacían reir, las había que la llevaban al borde de las lágrimas, otras que simplemente la removían por dentro, la llevaban y traían de emociones intensas y hermosas.
Se había emocionado más veces, claro, ante un éxito, ante un fracaso, ante una pérdida, ante una ausencia, ante un nacimiento, ante un sueño perdido, otro por cumplir… ¡ante tantas cosas! Pero eran emociones distintas, eran más íntimas y reales, más duras en lo bueno y en lo malo, más suyas en su esencia y su sentir, algunas se las había trabajado a conciencia, otras llegaban inesperadamente pero eran inherentes a ella misma, a su vida… En cambio las emociones que le arrancaban las historias, el cine, la música, un cuadro impresionista e incluso alguno de vanguardia esas… esas eran distintas.
Eran distintas porque no tenían una razón que las sustentara, no al menos una razón que fuera suya, el arte viajaba de la realidad del artista a la suya a través de la emoción sin pasar por la razón ni por la innegable realidad de los hechos ¿cómo si no se explicaba que hubiese disfrutado como una enana, que se hubiese emocionado casi como una cría en un concierto de música de cine… de superhéroes? ¡ella! Que si pudiera plantaría fuego a toda la factoría Marvel ¡ella! Que detestaba el modo en el que convertía a los héroes en heroínas negándoles así su propia historia, su propio viaje, su propia esencia… Pero la música era otra cosa. La música y los libros, y los cuadros, y las esculturas y las fotografías y… el arte.
Se removió incómoda en el sofá mientras aquellas ideas revoloteaban por su cabeza apenas un par de horas después del concierto porque acaba de constatar, una vez más, que era posible remover las emociones de un ser humano sin pasar por su razón y eso, si hablamos de música, es incluso bello pero… ¿y si hablamos de otras cosas? ¿y si algo o alguien utiliza los mismos caminos que el arte para llegar a la emoción burlando la razón con intenciones oscuras y despertando emociones bastardas de las que anulan la razón dormida?.
Tal vez eran los años que la habían hecho a la vez más emocional y más pragmática pero cada día veía más claro que la razón ha de ser el árbitro de la vida, incluso de su vida interior… especialmente de su vida interior.