Revés.

Érase una vez la historia de un revés que dio la vuelta a un mundo que ya no pudo nunca ponerse en el mismo orden en el que había estado antes de aquel revés.

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Estaba sentada al borde de la cama con el cesto de la ropa que acababa de recoger del tendal a sus pies, con cierta parsimonia comenzó a sacar primero las prendas pequeñas apilándolas bien dobladas sobre la cama, separadas según si debían o no pasar por la plancha y, si era que no, según el armario en el que iban a recogerse; se vio dando la vuelta a los calcetines porque todos se lavaban del revés, también los vaqueros e incluso alguna camiseta, lo hizo con toda naturalidad porque para ella lo natural era lavar esas prendas del revés.

Le dio entonces por pensar que tal vez fuera cosa del destino, según un orden que no encajaba a su modo de ver con dios alguno ni tampoco con el diablo, eso de poner las vidas boca abajo en el momento menos pensado, al fin y al cabo, lo de vivir del revés no era tan extraño, había criaturas que incluso caminaban normalmente de ese modo, como los cangrejos… ¿y si la solución no fuera poner la vida de nuevo del derecho sino aprender a vivir del revés?.

Recordó entonces el curioso caso de Benjamin Button, un relato corto y magnífico firmado por el mismo escritor que dio vida con sus letras al mítico Jay Gatsby, Scott Fitzgerald; el relato, que se hizo mundialmente popular cuando Brad Pitt se metió en piel de Benjamin en una película que tiene que ver sólo lo justo con la historia en la que se basa, contaba la historia de un hombre que vivía del revés, nacía de viejo, crecía cumpliendo cada año un año menos y moría hecho un bebé. ¿A santo de qué tamaña fantasía? Fitzgerald solía contar que la culpa era de Mark Twain, el día que autor de Las Aventuras de Huckleberry Finn dijo algo así como que era una lástima que los últimos años de la vida fuesen los peores y los primeros los mejores, sembró en su mente la idea de demostrar tal hipótesis.

Mientras dedicaba un rato al montón de ropa que exigía un paso por la plancha antes de acabar en el armario junto a la que acababa de guardar, pensaba que ese pensamiento suyo de vivir del revés no era nada novedoso porque antes que ella lo pensaron Mark Twain y Scott Fitzgerald, es más, ni tan siquiera ellos fueron los primeros ni los únicos, recordó entonces el mundo detrás del espejo en el que Alicia descubría que incluso los poemas se podían escribir del revés de la mano de su creador, Lewis Carroll.

Igual era eso, pensaba, igual el problema era que nos negábamos a aceptar que la vida se nos pusiera del revés y nos empeñábamos en darle la vuelta como a un calcetín hasta volver a verla como era antes… sólo que al llegar al final del proceso nos dábamos cuenta de que el gran esfuerzo que habíamos hecho por recuperar el orden y concierto al que estábamos acustrumbrados nos devolvía a una realidad que no era tampoco la que esperábamos porque, tanto del derecho como del revés, las cosas no eran nunca como fueron ni serán nunca como son.

Alicia se lo había pasado en grande cuando vivió en el mundo al revés que encontró al otro lado del espejo, el bueno de Benjamin Button también se había hecho a seguir el camino inverso al resto del mundo ¿por qué no podía probar ella a vivir del revés? caminando sobre el techo y colgándose del suelo, soñando despierta en sus noches en vela y durmiendo a ratos en los días de fiesta, riendo cuando el corazón lloraba, cantando cuando se paraba la música y bailando cuando nadie miraba ¿sería posible? la verdad era que no lo sabía, lo suyo siempre había sido el orden y el concierto en los tiempos de paz y la lucha por enderezar su mundo en los de guerra ¿y si probaba esta vez algo distinto? ¿y si dejaba la lucha por vivir del derecho para otro día y probaba a vivir un poco del revés?.

Sonrió ante sus descabellados pensamientos al cerrar el último cajón del armario dando así por terminada su tarea de aquella tarde, miró el reloj, eran las 5, la hora del té… claro que eso era en un mundo del derecho, en su mundo del revés lo mismo podía ser la hora de una llamada de teléfono inesperaba que la de un aviso de glucosa baja; pero aquella tarde no parecía tener intención de ponerse del revés… ni ella tenía interés alguno en ponerla del derecho, miró la taza del té y se dijo que quizá otro día, quizá si algún día volvía a vivir del derecho… se calzó sus deportivas y se lanzó a las calles a disfrutar de una tarde de otoño de esas que todavía saben a verano.

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Referencias:
La curiosa historia de Benjamin Button‘ – relato ya libre de derechos, puedes leerlo aquí.
A través del espejo y lo que Alicia encontró allí‘ – relato ya libre de derechos, puedes leerlo aquí.
La cita de Mark Twain que inspiró a Lewis Carroll: ‘Life would be infinitely happier if we could only be born at the age of 80 and gradually approach 18‘ (La vida sería infinitamente más feliz si naciésemos a la edad de 80 años y gradualmente nos acercásemos a los 18)

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