La importancia de llamarse Ernesto.
Novelista, poeta, crítico literario y autor teatral, exponente del esteticismo, Oscar Wilde conoció el éxito desde sus comienzos.
Hacía tiempo que no me ocurría esto. No es la primera vez, pero hacía tanto tiempo que ya casi ni lo recordaba. Se trata, una vez más, de una de esas situaciones en las que me encuentro en un lugar extraño, fuera de mi contexto habitual, de mi entorno e, incluso, de mi época. El otro día aparecí sentado en una butaca de patio en un teatro inglés de finales del XIX contemplando atónito el estreno de una obra de teatro de un joven dramaturgo inglés llamado Oscar Wilde.
Nada más comenzar, en la primera escena, el ingenio se palpaba y asentaba los cimientos de una serie de ocurrencias derivadas en enredos de lo más insospechados, que hacían que el estirado público victoriano que me rodeaba, hiciera gestos de admiración o de desprecio, según fuera su sentido del humor o según se viera delatado, porque alguien sacara a la luz la hipocresía y la fachada de rectitud que tapiaba un carácter que nada tenía que ver con ese remilgo tan cacareado en ese tiempo. Resulta que, según expresa Wilde en este genial diálogo, no está de más tener amigos – o hermanos – imaginarios para poder hacer lo que uno quiera cuando a uno le conviene. Y si uno de estos imaginarios personajes se llama Ernesto, entonces mejor que mejor, porque el juego de palabras – en inglés, claro – está servido y lanzado a convertirse en una de las comedias de enredo más espectaculares de la historia. Y ahí empieza todo…
Dos amigos hablando de sus respectivos y útiles amigos imaginarios, provocan que uno de ellos se convierta en el del primero – Ernesto – con fines que más vale que no os cuente, pues mejor será que lo experimentéis vosotros mismos leyendo esta obra maestra, cosa que, dicho sea de paso, se hace en poco más de media hora. Aunque si puedo avanzar que dada La importancia de llamarse Ernesto en esta historia, lo lógico es que más de un Ernesto coincida en alguna parte y la cosa se enrede un poco más.
Estoy hablando demasiado, lo sé, pero no puedo evitarlo. Es que el final es apoteósico y la gente está aplaudiendo a rabiar, lo cual no me extraña, porque el juego de palabras es absolutamente maravilloso. Bien, ahí lo dejo, que me pierdo.
Hace unos días volví a leer La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde y lo leeré más veces; tantas como sean suficientes, lo cual me temo va a ser algo interminable, porque nunca es suficiente la repetición de ciertas actividades que generan disfrute y ayudan a ejercitar el cerebro a cuenta de admirar una y otra vez esa divina habilidad de utilizar la palabra como sólo algunos genios son capaces de hacerlo.
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Título: La importancia de llamarse Ernesto
Autor: Oscar Wilde
Traductor: Ricardo Baeza
Fecha de publicación: 28/05/2013
Idioma: Español
ISBN: 978-84-670-3776-0
Colección: Clásica
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