El éxito está en la dirección no en la velocidad.
La tortuga ganó a la liebre, porque en todo momento no perdió de vista su objetivo y sabía donde iba.
¿Te imaginas ir corriendo tras un desierto y luego sorprenderte porque cuando por fin lo alcanzas, te das cuenta de que allí no hay nada?
Pues esto es lo que en muchas ocasiones nos ocurre en nuestro día a día, nos dedicamos a ir corriendo, ¿por qué? no lo sé, todo el mundo corre y yo también corro. Pero, ¿hacía donde corremos? en muchas ocasiones no lo sabemos realmente, simplemente corremos lo más rápido que podemos con la intención de llegar a algún lugar que sea bueno. Buscamos formas de ganar más dinero para poder pagar más gastos, viajamos más lejos para dejar atrás problemas, etc. cuando en realidad, la mayor parte de los casos las cosas son más sencillas. Además, si no corres en la dirección que tu quieres y decides moverte, entonces puedes estar seguro que estas corriendo en la dirección que otro quiere que vayas, para lograr sus objetivos, no los tuyos.
Para poder recapacitar de donde estas y hacia donde quieres ir, requiere que te pares y te dediques tiempo, si no te dedicas un minuto de tiempo a ti mismo para decidir donde pasar el resto de tu vida, ¿quién lo va a hacer por ti?
Respóndete a preguntas como, ¿necesito realmente eso que persigo?, ¿cuánto me durará la felicidad que tendré al alcanzar mi destino?, ¿cómo es el futuro en el que quiero pasar el resto de mi vida?, ¿qué he de hacer para acercarme a ese futuro?, ¿en quién he de convertirme para poder alcanzar de un futuro así?
Recuerda, que si una ser humano lo ha logrado, tu también puedes. Y hay casos realmente imposibles que han logrado resultados increíbles, ¿por qué tu no lo ibas a conseguir? date la oportunidad de intentarlo, pero primero párate a pensar ¿dónde quieres ir?