Arriesgar es no conocer el futuro, nada más.
Piénsalo, ¿no recuerdas con más cariño los momentos en que arriesgaste y actuaste? no esperes, actúa.
Muchas veces nos da pánico arriesgar, por miedo a perder lo que ahora podemos tener (físico o emocional), por las consecuencias que pueda traernos en el futuro.
Pero si nos detenemos a pensarlo durante un momento, nos daremos cuenta que en verdad el futuro no lo conocemos, y que hagamos lo que hagamos (actuemos o nos quedemos quietos esperando) en verdad estamos arriesgando ya que desconocemos las consecuencias de esta acción o no acción.
Ahora vayamos a ese futuro que nos da miedo, imagínate ya estar allí, y supongamos los siguientes posibles escenarios:
– Uno. No hiciste nada y salió mal. ¿Hubieras preferido el escenario tres?
– Dos. No hiciste nada y salió bien. En este caso, ¿te sientes más o menos satisfecho que si fuera el escenario cuatro?
– Tres. Actuaste y salió mal. ¿Hubieras preferido el escenario uno?
– Cuatro. Actuaste y salió bien. En este caso, ¿te sientes más o menos satisfecho que si fuera el escenario dos?
Y ahora, resumido en una sola pregunta, si fueras a ese futuro, y miraras atrás, fuera cual fuera el resultado, ¿preferirías haberlo intentado o preferirías no haberlo hecho?
Según la Dra. Elisabeth Kubler-Ross, una de las mayores expertas mundiales en acompañar a personas moribundas y en consecuencia, experta en esa fase final de la vida, cuando preguntaba a las personas que estaban en esos últimos momentos: «¿Qué te hubiera gustado haber hecho en tu vida?», de forma sorprendente la mayoría respondía «me hubiera gustado arriesgarme un poco más en mi vida».
Piénsalo detenidamente, ¿cómo quieres vivir de aquí en adelante? en la respuesta a esta pregunta se encuentra tu futuro.