David Bowie y Courrèges: un adiós a la historia.

En la moda hay dos formas de triunfar. Una es creándola y otra es aplastándola. Una teoría que, por desgracia, no puede aplicarse a los últimos acontecimientos y ‘descubrimientos’ de los últimos años, donde todavía hay la esperanza de encontrar algo ‘espantoso’ que se convierta en el must del milenio, pero que sigue estando vigente a través de grandes figuras representativas no solo para las pasarelas, sino para la historia de un mundo. Es el caso de Bowie y Courrèges.

Dos personas que triunfaron en diferentes sectores pero que decidieron aportar algo a la moda: ingenio. El segundo por dar lugar a una de las prendas más atemporales de la historia, como es la minifalda; el segundo por convertirse en el referente de una sociedad que se identificaba a través de un estilo de música. Ambos apostaron por algo diferente y un día crearon una revolución: inventar el futuro. Un proyecto desarrollado por separado y en diferentes épocas pero con el objetivo común de darle forma a lo único en lo que creían. Y si el universo está en contra de todos tus principios… ¿qué ocurre? Pues nada.

Es así como se conquistan los propios principios, como se implantan ante la masa y como los acabas convirtiendo en el leit motiv de formas de ser, vestir y sentir. Así es como haces que millones de personas abandonen el feminismo de las curvas enfundadas en una falda entubada para darle libertad en un ‘espacio’ mucho más pequeño. Como creas una estética única que alguien se encarga de apodar con el fin de poder convertirse en un pequeño reflejo de una enorme personalidad y acabas siendo uno de los mejores vestidos de la historia de Gran Bretaña. Y solamente así uno consigue hacer historia… destruyendo lo que existe y creando algo que, aunque no muy seguro, acabaremos adoptando por falta de conocimiento.

El futuro fue de Bowie y Courrèges y ahora también lo es el pasado.