El Tejarejo, un refugio en el valle del Tiétar.

El tejarejo, un hotel de rusticae con dos casas para descansar en la naturaleza.

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En pleno valle del Tiétar, entre las sierras de Gredos y San Vicente encontramos una tierra que vive a caballo entre Toledo y Ávila. Por aquí circulan diversos cursos de agua, entre los que destaca el Tiétar, frontera natural entre las dos provincias y sobre el que se elevan varios puentes vettones, y romanos, que hacen que el paisaje sea auténticamente de postal.

En este maravilloso y rico entorno y flanqueada por la Sierra de Gredos y el Valle del Tiétar (y a poco más de una hora de Madrid) encontramos la finca que aloja un encantador alojamiento rural de Rusticae que toma el nombre de El Tejarejo. Paseando por sus más de seis hectáreas, sólo la naturaleza y el silencio acompañan nuestros pasos, dándonos cuenta de que este rincón es un lugar idóneo para el descanso y la reflexión, un encuentro con la naturaleza y el paisaje. En el corazón de la finca, rodeadas de naturaleza, encontramos sus dos casas que acogen a sus viajeros. La primera, de espíritu más campestre, está pensada para nuestro descanso y confort, y la segunda, igualmente agradable, nos hace viajar en nuestros sueños ya que cada habitación está ambientada en un diferentes lugares del mundo. Pero aquí también nos inspiran los nombres que toman sus diez habitaciones, bautizadas cada una con títulos de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes.

Este encantador refugio es también nuestro destino predilecto cuando en nuestra mente pensamos en descansar tras una jornada mimetizándonos con la exuberante naturaleza del Tiétar. Y es que en este hotel de Rusticae en Ávila, siempre encontramos la comodidad y tranquilidad que necesitamos. Pero también encontramos otros gustos para los sentidos. Nuestro paladar está a salvo gracias a su exquisita y cuidada comida inspirada en la comarca. Desde sus desayunos con zumo natural y tostadas de pan de pueblo, hasta sus Patatas revolconas con pimentón y torreznos, las Migas del Tiétar, o un auténtico Chuletón de Ávila… y los postres, por supuesto, caseros y de temporada. Poco que añadir a tan contundente y maravilloso festín.

Descanso, paz, recreación de los sentidos y un equilibrio perfecto entre arte y naturaleza, esto es lo que nos ofrece El Tejarejo (que no es poco). En su finca y rodeados de pinos, alcornoques y encinas, y con el silencio como compañero de viaje sólo nos queda despedir el día desde su piscina sintiendo que aquí hemos encontrado al fin la comodidad y tranquilidad que buscábamos.

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