Baviera en el sur de Chile.
La región de los Lagos de Chile esconde numerosos rincones naturales...
La región de los Lagos, en el centro-sur de Chile, esconde numerosos rincones naturales que la convierten en todo un paraíso. Uno de estos lugares es el archipiélago de Chiloé, presidido por la isla Grande y que se completa con cientos de islotes e islas menores. Su exhuberante vegetación, de bosque frío, no es lo único que llama la atención. Sus pueblos marineros, pequeños y desperdigados, acogen una arquitectura única, mezcla de la tradición colonial hispana y las poblaciones de alemanes que llegarían siglos después.
Así, en sus casas abundan los techos de pizarrillas (tejuelas), y no faltan balcones y miradores. Pero si hay viviendas exóticas, ésas son los palafitos, construcciones sobre pilares de madera en el agua tomadas de otras regiones de Chile (donde ahora ya no existen, curiosamente) y que permitían un mejor aprovechamiento de la ribera durante la expansión comercial en el siglo XIX. De la misma época son sus iglesias, que imitan a las que se construían por aquel entonces en Baviera, levantadas en madera y con un pequeño campanario sobre su puerta principal.
El viajero no puede dejar de probar el curanto, un plato típico de la isla Grande. Al aire libre, en un hoyo de medio metro de profundidad en la tierra, cuyo fondo se cubre de piedras calientes, se asa marisco, pollo, costillas de cerdo y patatas, separados por capas de grandes hojas de repollo. Cada capa se sirve en una bandeja y se acompaña de chapele, un pan a base de patatas cocidas y trigo.
Chiloé no era una zona de fácil acceso. Hablamos en pasado en tanto que este mes de noviembre comienzan los vuelos al archipiélago de la mano de LAN, la aerolínea principal del país, que unirá Castro con Santiago, con escala en Puerto Montt.