A orillas del Loira.

Todos han oído alguna vez hablar de su duque y no pocos trasladan su mente a su ‘hermana pequeña’ norteamericana cuando oyen hablar de Orleans, pero esta ciudad francesa, en el centro del país y a orillas del Loira, es uno de los destinos más desconocidos de nuestros vecinos del norte. Y no será por su importancia a lo largo de la historia. Pocos lugares han tenido tanta importancia en siglos completamente diferentes como éste, desde sus comienzos como aldea gala al renacimiento carolingio, pasando por la Guerra de los Cien Años o su apuesta por las artes y la cultura tras la II Guerra Mundial.

El visitante que recorra Orleans no puede dejar de lado prácticamente ningún barrio de la ciudad. En su centro histórico, por ejemplo, esconde antigua vías romanas como la actual rue de Bourgogne, o iglesias reconvertidas como la Collégiale Saint-Pierre-le-Puellier, sede de exposiciones y conciertos. Al norte se encuentra el Parque Pasteur, donde el científico desarrolló su investigación sobre las enfermedades derivadas del carbón a finales del siglo XIX; y al este, una pasarela para bicicletas desde la que cruzar el Loira: el puente Thinat.

Por supuesto, hablar de alguna ciudad francesa y no hacer mención a su gastronomía es imposible. Pero en el caso de Orleans, es inevitable. Entre sus especialidades cuentan con su propia mostaza, elaborada a partir de una receta de 1580 que fue olvidada hasta que la recuperó el vinagrero Martin Pourret en 2002. De hecho, el vinagre es otro producto típico. Aunque nada como los ‘macarons aux fruits’, cuatro sabores de este famoso dulce que en Orleans han perfeccionado hasta el infinito: fresas al vinagre, comporta de peras y jengibre, crema de avellana y pétalos de rosa, limón verde y canela. Su queso es el Cendré d’Olivet: de vaca y untuoso; y su pastel: el Gâteau de Pithiviers, una tarta de almendras con más de tres siglos de tradición.

¿Hace una escapada gastronómica a Orleans y, de paso, recorrer la historia de Francia?

orleans.fr