Un paseo por Milán.

Una feria por vivir...

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Lo había hecho… porque sí, porque le había salido del alma y le había dado la gana, sin más. Se había plantado en Milán acompañada por su libreta y la intención de empaparse de feria, salón, diseño y mueble.

No era la primera vez, ni sería la última, que tomaba la decisión al vuelo y ponía rumbo a su destino sin pensarlo demasiado, cabe que fuera porque aquel viaje tenía billete de ida y vuelta o quizá fuera cosa del lastre que día a día iba soltando para sentirse más liviana y más capaz de vivir.

Para visitar aquella feria y en aquel lugar no cabía la opción de la comodidad sobre el estilo, era Milán, la meca del made in Italy que en cuestión de moda y diseño venía a ser el mayor sello de calidad de todos los posibles. De ahí el pantalón sastre, el tacón alto y la cartera de mano, de ahí el pañuelo y aquel sugerente escote decorado… y de ahí, también, los labios rojos, los ojos azules y el rostro empolvado… y el interior a juego.

Fotos aquí y allí, apuntes allá y el agotamiento haciendo mella… sabía que sería así porque no cabía que fuera de otro modo pero eso no mermaba sus ganas de hotel, spa, descanso y paz. Y después, en el remanso de cielo que dibujaba esa paz, tanto visto y tanto degustado vendría a golpes y retazos a su cabeza para ir componiendo el cuadro de lo que, a su modo de ver y parecer, había sido lo mejor de cuanto había desfilado ante sus ojos.

Y mientras rendía su cuerpo al descanso deshojaba la margarita en cuanto a si más calle -por aquello de la hora de cenar– o más suite porque no le faltaban ganas de Milán ni tampoco molestias de toda índole tras un día de paseo entre tacones.

Optó por la calle pero no llegó a pisarla…

Cuando salía con paso firme y bailarinas no pudo evitar detenerse al sonido de un piano, un tipo guapo y elegante le arrancaba notas deliciosas y, para cuando las acompañó de su voz, ella supo como se sintió Ilsa y también Rick cuando era Sam quien ponía piano y voz a aquella melodía… you must remember this, a kiss is just a kiss… Claro que ni aquel era Sam ni había Rick alguno para ella en kilómetros a la redonda pero eso era decididamente lo de menos, lo de más era la emoción que despierta la música, las ilusiones que alienta, los ánimos a los que da vida y calor, el modo en el que con ella todo rodaba diferente, mejor, bien…

Para cuando el pianista ocasional la miró y saludó con una sutil inclinación de cabeza, ella lamentaba el paso del tacón a las bailarinas y de los labios rojos al nude, y, ante la sorpresa que le supuso su lamento, optó por una discreta retirada que no sabía si sería una victoria o tan solo una estupidez… y es que no se percató entonces de los ojos, y tras ellos los pasos, que la seguían camino de su suite…

Oops

La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

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