Un día en Bath.
... en un libro y en un sueño.
Sonrió ante su plan para el domingo porque no recordaba la última vez que había hecho algo semejante, algo como regalarse un día para vivirlo como tantos otros… veinte años atrás.
Recordaba el placer de sentarse frente a sus estanterías pobladas de libros, de lecturas juveniles que llevaban a los libros del momento, los de obligada revisión y los del puro placer de soñar sobre el papel; y luego estaban los más queridos, aquellos a los que había llegado por recomendación, por casualidad o porque formaran parte de su currículo de lecturas susceptibles de examen y calificación final y que la habían enganchado irremediablemente a sus historias. Los iba repasando uno tras otro, evocando el placer que sintiera al perderse en las aventuras que escondían y acababa pordecidirse por uno, uno en el que se sumergiría por todo el día.
Aquella tarde había decidido volver a Bath con Anne y esperar a su capitán, coquetear con él entre la gente, arrebolando sus mejillas y coloreando sus labios para resultar más bella a sus ojos, peleando con su docilidad para concederse la libertad que un día se negara rindiendo su corazón a la vida. Era una novela sencilla, no muy larga ni excesivamente conocida pero tenía para ella cierto poder hipnótico o subyugante, era una lectura recurrente.
Se acomodó sobre la cama iluminando únicamente el rincón que ocupaba, alejó de sí todo aparato que pudiera vibrar, cantar o silbar, y se dejó llevar por la Persuasión de Jane Austen en una historia de amor y puro costumbrismo inglés.
Volvió a detestar a Walter Elliot por más que tuviera tratamiento de Sir, aborreció sin medida a la altiva Elisabeth y sintió el intenso deseo de gritar a la dulce Anne como la primera vez que se perdiera en las páginas de aquella breve e intensa novela. Y también se enamoró de la antítesis de Anne, de aquel indomable joven convertido en capitán de éxito a fuerza de luchar la vida con el alma y en corazón entre las manos.
Y se emocionó llegado el momento en el que Anne -que ya era entonces ella misma de tanto como se había perdido en la historia- recibía carta firmada por el apasionado capitán, quien no se dejaba persuadir más que por su corazón, y se lanzaba corriendo a las calles de Bath…
Casi inconsciente de lo que hacía tomó un clínex que revoloteaba junto al libro y secó sus lágrimas al tiempo que comenzaba a despertar a su realidad tras horas inmersa en la de Anne, y se preguntaba cómo era posible que aquel pañuelo bailase junto a su libro…
Él comentó algo acerca de su capacidad de abstracción pero a ella le importaba poco o nada lo que tuviese que decirle, sólo podía mirarlo y sentirlo tan Wentworth como se sentía ella Anne, y las páginas de persuasión volaron por el aire al tiempo que la mantita de sofá -que había sido de cama aquel domingo- se iba al suelo cuando se colgó de su cuello… feliz.
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Persuasión es la sexta y última novela escrita por Jane Austen; fue llevada a la televisión por la BBC en 2007 en una película correcta y recomendable.