Cuento: Un comienzo inteligente.
Decía Sajarov que no concebía el universo y la vida humana sin un comienzo inteligente...
Y es que, en realidad, no había otro comienzo posible más allá de la inteligencia porque era ella el lugar en el que se fraguaban las ideas y las ideas eran la clave, eran origen y destino, eran la razón y el motivo, eran el gran triunfo de la inteligencia; lo anotó en su libreta para recordarlo siempre y no perder nunca su norte.
El día resultaba placentero en su tiempo y decidió vivirlo a viento en piel; salió a caminar con paso tranquilo y suave, más con la intención de sentir y vivir que con la de llegar a ningún lugar concreto y, en ese paseo pausado, dejaba vagar su mente por su libreta recordando lo escrito en ella que era, en esencia, lo importante, aquel domingo, Sajarov.
No concibo el universo y la vida humana sin un comienzo inteligente, sin una fuente de calidez espiritual que trasciende a la materia y sus leyes.
Ni el universo, ni la vida humana… ni nada, nada puede hacerse sino comienza en una inteligencia que sea a su vez fuente de calidez espiritual; ¿cómo podría enamorar Tamara Rojo con su danza si sus movimientos no reflejaran la calidez de su espíritu y la armonía de su inteligencia? ¿y cómo soportaría un reloj el mecanismo más complejo si éste no era pensado y construído desde la pasión del tiempo y por unas manos inteligentes?
No hay receta con golpe de magia en la boca que no nazca de una mezcla inteligente de ingredientes como tampoco hay modo de que la seducción vista lencería si ésta no ajusta su medida al cuerpo y al gusto, al encanto de una mirada y a la calidez de unos labios rojos; nada bello nace de la nada ni crece en ella del mismo modo que ningún corazón late fuera del cuerpo al que da vida; pero había algo más…
Sólo la cooperación paritaria, la apertura y el respeto del individuo permitirán mantener la civilización.
De nuevo Sajarov y la duda que nacía ante aquella afirmación del ruso que era para ella tan cierta como para él mismo… ¿estaría la civilización abocada al fracaso o había todavía tiempo de reinventarse? la cooperación paritaria parecía una utopía y el respeto al individuo haberse perdido por algún rincón del universo, incluso al individuo íntimo, al que es uno mismo… y no, no le parecía que fuese un trabajo de Hércules ni tampoco un imposible sentar aquellas bases pero el tiempo corría en contra y no quedaban ya más camino que el del fin… o la reinvención ¿qué elegiría la civilización tal y como en aquel instante la entendíamos?.