Cuento: Destinos.

Acariciando ya abril, comenzaba a soñar lugares a descubrir en al largo y cálido verano que se avecinaba...

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Había hecho acopio de catálogos de viajes en los últimos días porque para ella lo mejor de las vacaciones comenzaba mucho antes de su llegada; empezaba en lo posible y lo imposible, en el mundo de opciones recogido entre cientos de hojas de papel, en pensar, en soñar, en elegir y en descartar destinos, comenzaba, en realidad, en los sueños.

Y, como todo lo que nace en los sueños, empezaba con un ‘érase una vez…’

Érase una vez… un viaje. El del próximo verano. ¿Destino? ahí, en ese punto se encontraba, buscando en su piel la intención que la llevara hasta un lugar del mundo por conocer y descubrir, un rincón del que se enamoraría y al que juraría regresar algún día.

No podía negar que, llegado el verano y el momento de viajar, el azul la seducía en todos sus matices y por eso la sola visión del mar la llevaba de la mano al paraíso, la cuestión era ¿a cuál? porque la tierra está llena de paraísos… ¿Maldivas? ¿Bali? ¿Turcas y Caicos?

Claro que no sólo de mar vive el hombre ni tan siquiera en vacaciones, el mundo no era azul, era un inmeno arcoíris de color y opciones: la sofisticación y el lujo de un hotel junto a la Plaza Roja de Moscú tendía a seducirla, aunque no tanto como imaginar una ruta griega y turca siguiendo los pasos de Ulises en la Odisea; Burdeos, en una propuesta que tenía mucho de gastronómica, era también un destino tentador.

Y, como no sólo de grandes viajes se nutren las vacaciones, dedicó un tiempo a descubrir opciones más cercanas, destinos a los que escaparse en cualquier momento para dejarse mimar y querer: un hotel boutique en Asturias o uno ecológico en las Bárdenas o de vuelta al mar en la Costa Brava

Así comenzó el domingo, entre sueños y viajes, imaginando destinos, ideando rutas, disfrutando de la placentera sensación que le reportaba saber que el tiempo de huir sin mirar atrás estaba ya a la vuelta de unos meses, que sería un huir con fecha de regreso pero eso… eso sólo lo sabía el destino, ella, en aquel momento y hora, sólo pensaba en poner ruta y destinos al viaje de su vida, un viaje que ansiaba fuese largo e intenso, lleno de escalas y cambios de ruta y, por encima de todo, lleno de rostros amables que te sonríen a la cara haciendo del mundo un lugar más bello, más útil, un lugar mejor.

 

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