De principios y finales.
Porque todo en la vida tiene un principio y porque es en los principios donde se cifra el fin...
Todo lo que un día comienza habrá de terminar como terminan los días y los años, eso era algo que no le ofrecía duda alguna; cabe que el final llegara antes o después de lo esperado y por supuesto siempre bailaba en el aire la posibilidad de que fuese un final, además de inesperado, sorprendente pero de lo que no le cabía duda era de que todo tiene un final…
Pensó entonces en cuánta atención prestamos siempre a los finales, a los fines, trabajamos por y para ellos y ellos son caprichosos y volubles, influenciables por nosotros pero también por un millón de variables más.
A vueltas con esta idea salió a pasearse bajo el gélido sol de invierno y, arrollada por la vorágine de una ciudad que se prepara para recibir la ilustre visita de unos Reyes Magos de Oriente, dejó vagar su mente desde el principio hasta el fin para acabar sintiendo la absoluta certeza del error que late bajo el hecho de poner el objetivo en el fin y en él los sueños…
Los finales no dependen sólo de uno mismo -pensaba…- incluso el viento puede bailarlos, cualquier circunstancia adversa o favorable puede distorsionar el camino hacia ellos, en cambio el principio, los principios…–
El principio lo sentía más suyo que el fin porque era ella quien decidía empezar o no, cuándo y también cómo; el primer paso, el esencial, era suyo sin matiz alguno y lo daba con la convicción de llegar al fin soñado… Pero se escondía una trampa en aquel entramado y a cada paso que daba, ya de regreso a casa, la veía con mayor claridad.
Cabe que cuidemos el primer paso -se decía- pero no los siguientes, de ahí en adelante sólo buscamos el fin, un enfoque que nos lleva a olvidar el principio, su por qué… y sus propios principios, y es que el foco futuro borra pasado y presente y nos transforma llevándonos por caminos tortuosos que cabe que nos lleven al fin soñado… o no.
Pensó entonces en la situación opuesta, en cuidar el primer paso y los siguientes, en proteger el principio envolviéndolo en principios y no tomar el fin más que como brújula, nunca como objeto de deseo irrenunciable… Pensó en la paz y la belleza que late tras un principio cuidado, en tanto como exige de uno mismo y tanto como devuelve cuando se mantiene esa misma actitud de enfoque a los posibles, a los controlables por tus manos.
En cuanto llegó a casa cogió la libreta que estaba sobre la mesa y buscó la página en la que había escrito ya unas cuantas cosas bajo el título ‘grandes falacias’, estaba decidida a añadir una más: ‘lo importante no es como empieza sino como termina‘.
El final es anecdótico e irremediable – escribió – lo realmente importante es como empiezas, como sigues, cómo vives.