A Belén, pastores: 10 obras de arte para celebrar la Navidad y la llegada de los Reyes Magos.
La adoración al Niño recién nacido es uno de los motivos más inspiradores para los artistas de todos los tiempos. Aquí una selección de 10 obras de arte que lo corroboran.
Ni en la Biblia ni en los Evangelios se menciona que los Reyes Magos fueran tres, ni que fueran reyes. Es posible que el título regio les venga dado por el pasaje “Ante él se postrarán los reyes; le servirán todas las naciones”, del Libro de los Salmos. El número tres se deduce de los regalos: oro, incienso y mirra. Tampoco ningún texto sagrado revela sus nombres. Sin embargo, Melchor, Gaspar y Baltasar forman parte de una de las tradiciones más arraigadas del cristianismo. Del mismo modo, la escena de la adoración en Belén es una de las más antiguas en el mundo artístico. Buena prueba de ello son estas 10 obras de arte que hemos seleccionado como símbolo de esta entrañable celebración occidental.
Como siempre que se elabora una lista, la elección no ha sido fácil. Es obvio que nos hemos dejado mucho arte por el camino. Nos faltan caravaggios, zurbaranes, rembrandts, da vincis, más de un velázquez, correggios, giorgiones, mainos… El catálogo artístico vinculado a la celebración cristiana es interminable. No obstante, y sin seguir un orden cronológico estricto, hemos tratado de recorrer diferentes momentos pictóricos, desde el Giotto del siglo XIV hasta los impactantes claroscuros barrocos.
Un último apunte navideño. El Museo del Prado ofrece una selección de obras de su colección que reflejan los episodios más destacados del Ciclo de la Navidad: la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento de Cristo, la Adoración de los pastores, la Adoración de los Magos, la Presentación en el Templo y la Huida a Egipto. Las obras ilustran repasan principales escuelas representadas en el museo: española, italiana, flamenca y alemana.
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La Adoración de los Reyes Magos. Giotto. 1302. Capilla de los Scrovegni. Padua.
La obra pictórica de Giotto di Bondone supuso una modernización de la Historia del Arte. El gran maestro italiano se desmarcó de manera radical de la severidad del arte bizantino para explorar el camino de la intensidad emocional, el entorno real y la perspectiva (muy rudimentaria todavía). Sus innovaciones pictóricas abrieron paso a lo que después fue el Renacimiento, por ello se le considera el padre de la pintura moderna.
La adoración de los Magos, también llamada La Epifanía, fue un encargo de la familia Scrovegni para la capilla de la Arena en Padua. Giotto plasma en los muros diversas escenas de la vida de Jesucristo y los Evangelios integrando con maestría pintura y arquitectura.
En esta pintura, el autor relata la escena del pasaje en que los Magos se pusieron en marcha hacia Belén guiados por la estrella que él dibuja con la forma del cometa Halley, aparecido en 1301. En loso retratos de los personajes se aprecia la habilidad del pintor para sugerir diferentes rasgos de la personalidad de cada uno de ellos
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Fra Angelico, Fra Filippo Lippi. La Adoración de los Magos. 1437. National Gallery of Art. Washington DC.
Guido di Pietro, Fra Angelico, nació a finales del siglo XIV en Mugello. Sus primeras obras se documentan en Florencia alrededor de 1417. El fraile de los dominicos se mantuvo siempre ligado a la orden y el convento de San Domenico de Fiesole. Cuentan los historiadores que jamás cogía un pincel sin haber orado previamente, incluso que nunca pintó un crucifijo “sin bañar sus mejillas en lágrimas”, apunta Vasari. Su producción es exclusivamente devocional.
La Adoración de los Magos que alberga la National Gallery de Washington fue iniciada por Fra Angelico hacia 1440. Sin embargo, los expertos aseguran que, salvo el retablo, el resto de la obra fue concluida por Fra Filippo Lippi.
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Roger Van der Weyden. Tríptico de Santa Columba. 1455. Tabla central. Alte Pinakothek. Múnich.
El tríptico de Van der Weyden procede de la iglesia de Santa Columba de Colonia, donde se menciona por primera vez en un inventario de 1801. Inicialmente fue considerado obra de Jan van Eyck. Sin embargo, Passavant atribuyó el tríptico a Van der Weyden en 1841.
La obra se pintó hacia 1455 para el altar de la iglesia de Santa Columba en Colonia (Alemania) y se exhibe actualmente en la Pinacoteca Antigua de Munich. La tabla central reproduce la adoración de los Reyes Magos según la tradición flamenca. Sin embargo pueden apreciarse con claridad detalles de la influencia renacentista de Gentile da Fabriano, recibida por Van der Weyden durante su estancia en Italia. Los paneles laterales recogen la Anunciación (izquierda) y la presentación de Jesús en el templo (derecha).
Algunos críticos aseguran que la elegancia de la composición se debe a la colaboración de Hans Memling. El cromatismo vivo y brillante, así como los contrastes lumínicos y la minuciosidad en la representación es típica del artista y la escuela flamenca.
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4.- Sandro Botticelli. Natividad mística. 1500. National Gallery de Londres.
Cuando Sandro Botticelli pintó la Natividad mística había experimentado un profundo cambio espiritual. Es el año 1500 e Italia —sobre todo Florencia— vive un periodo muy conflictivo tras la caída de Carlos VIII, la expulsión de la ciudad de Pedro de Medici y la toma de Savonarola. Aunque no hay documentos que acrediten que el pintor fuera discípulo del monje dominico, hay quien asegura que el cuadro es fruto de sus discursos religiosos.
Se trata de la única obra firmada y fechada por Botticelli. Muy poco convencional, además, pues no reproduce los acontecimientos tradicionales del nacimiento de Jesucristo y la adoración de los pastores y los Reyes Magos. El pintor introduce una visión apocalíptica, abandonado también la iconografía navideña.
En cuanto a la técnica, Botticelli deja de lado la perspectiva y realismo característicos de su obra para sumergirse una escena casi arcaica, repleta de simbolismos medievales y textos griegos y latinos. Si bien es cierto que la sombra humanística del pintor sobrevuela el cuadro, que se encuentra hoy en la National Gallery de Londres.
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Adoración de los Magos. Durero. 1504. Galería de los Uffizi. Florencia.
Se trata de una obra de madurez del pintor alemán, encargo de Federico el Sabio para el altar de la Iglesia de Todos los Santos (Wittenberg). Inicialmente estaba concebida como el panel central de un retablo —el Jabach—, cuyas alas laterales se encuentran en el Instituto Städel de Fráncfort, el Museo Wallraf-Richartz de Colonia y la Alte Pinakothek de Múnich.
Los años anteriores a la creación de esta pintura, Durero permaneció en Venecia, donde descubrió y experimentó los avances de la pintura renacentista de la ciudad. De ahí el vivo cromatismo de la obra, la luz veneciana y ciertas pinceladas propias de Giovanni Bellini sobre arquitecturas muy de Andrea Mantegna. Igualmente se aprecia la minuciosidad y el movimiento propios de los pintores del norte, la perfección de la naturaleza y un gran equilibrio tonal. La escena muestra la llegada de los Magos al portal de Belén. Melchor, arrodillado, le entrega su regalo, mientras el recién nacido se estira para alcanzarlo.
La obra se exhibe en la Galería de los Uffizi, en Florencia.
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Adoración de los pastores. El Greco. Hacia 1612. Museo del Prado. Madrid.
El Greco pintó esta escena nocturna entre los años 1612 y 1614. Puede considerarse como la última gran obra del artista, pues fue concebida para que adornase su propia tumba en la iglesia de Santo Domingo el Antiguo, de Toledo. La firma del artista se encuentra en la esquina inferior izquierda de la tela.
La composición se desarrolla en espiral, en un espacio irregular. Parece una gruta, donde duerme el niño Jesús sobre el regazo de su madre. San José y tres pastores adoran con fervor al recién nacido, mientras el buey lo contempla desde el suelo. “Muy cerca del grupo, sobrevolando la escena, y cerrando la elipsis compositiva, un grupo de ángeles muestra la complacencia celestial ante el nacimiento del Redentor”. La distorsión de los cuerpos caracteriza esta pintura, al igual a toda la obra tardía de El Greco. Los colores y formas crean una sensación de éxtasis y celebración ante el milagro del nacimiento de Cristo.
El cuadro puede verse en la sala 010B del museo. El Metropolitan Museum de Nueva York posee una versión de taller con ligeras variaciones, realizada, según parece, en fechas similares a las del original.
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Adoración de los Magos. Rubens. 1608. Museo del Prado. Madrid.
La Adoración de los Magos es una de las obras más importantes de la colección que el Prado dedica a Rubens. No sólo es la de mayores dimensiones (355’5 x 493 cm), destaca también por su importancia histórica.
En efecto, “la obra fue realizada en dos momentos; el primero en torno a 1608-1609 y veinte años después fue ampliada por el propio artista”, explican desde la web del museo, por encargo de la ciudad de Amberes para decorar el Salón de los Estados del Ayuntamiento, sede de la firma del tratado de paz entre España y las Provincias Unidas la Tregua de los Doce Años.
Aunque la luminosidad es clara, la escena tiene lugar de noche. Puede verse en el cielo del segundo plano. El foco luminoso surge desde la figura del niño Jesús, cuya luz irradia al resto de los personajes. “Éste, en brazos de su madre, parece juguetear con el incienso que le presenta Gaspar, arrodillado ante él”.
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Adoración de los Pastores. Murillo. 1650. Museo del Prado. Madrid.
Es esta una de las pinturas de Bartolomé Estaban Murillo que más demuestra la influencia de Ribera. Se nota, sobre todo, en el esquema general de la composición, la iluminación, los claroscuros y el gusto por la representación popular. Sin embargo, se advierten claramente las características propias del pintor español como la suavidad de la pincelada y el modelado.
El cuadro fue adquirido por Carlos III en 1764 al comerciante irlandés Florencio Kelly. Actualmente se encuentra en la sala 028 de la pinacoteca madrileña.
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Adoración de los Pastores. Lorenzo Lotto. 1534. Pinacoteca Tosio Martinengo. Brescia.
Lorenzo Lotto fue uno de los pintores más orinales del siglo XVI italiano. Sin embargo, la convivencia de su obra con figuras como Tiziano, silenció su popularidad durante siglos. Una injusticia que a finales del XIX corrigió el historiador del arte, Bernard Berenson.
Viajero incansable y nómada por naturaleza, Lotto desarrolló una producción muy personal, al margen de las corrientes venecianas de su época. Focaliza la atención en el detalle y presenta sus composiciones con colores brillantes. Azurita, ultramarino, verdín, malaquita, bermellón, blanco de plomo, amarillo de plomo y estaño, negro carbón y terracotas son los pigmentos protagonistas de su obra.
Aunque destacó en el género del retrato, sus representaciones religiosas y devocionales transgreden los convencionalismos y la moderación emocional. Todo ello otorga a sus cuadros un aire de misterio fascinante. Metáforas y alegorías le acercan al estilo de los pintores nórdicos, mientras que objetos como el crucifijo denotan la influencia del catolicismo y su espiritualidad.
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Recién nacido. George de la Tour. Hacia 1645. Museo Bellas Artes de Rennes.
Con esta belleza de Georges de la Tour (1593-1652) cerramos la selección artística de esta Navidad. En esta obra, el pintor del silencio traslada al lienzo su característica y enigmática ambigüedad compositiva. La escena no revela si se trata de la representación del nacimiento de Jesucristo, con la Virgen María, el Niño Jesús y Santa Ana, o una escena de género. En apariencia, nada alude a una escena religiosa, salvo el sentido místico de la imagen y la iluminación como metáfora de la “luz del mundo”.
La estructura es sencilla: dos mujeres, una de frente y otra de perfil, el recién nacido en brazos de la primera. La segunda porta una vela cuya luz rojiza ilumina los rostros, dejando en penumbra el resto del cuadro. Sólo la cabeza del bebé fajado y el pecho de la mujer deslumbran en color blanco. Sublime.
Se desconoce el origen del cuadro que conserva el Museo de Bellas Artes de Rennes. Aparece en la ciudad francesa durante la Revolución, como una donación al museo.
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