Duro.
Pero, se preguntaba, ¿en qué consiste realmente trabajar duro? y así fue como acabó en la RAE y como logró hilar una respuesta a esta cuestión.
Terco y obstinado; fuerte, que resiste y soporta bien la fatiga; que se resiste a ser labrado, rayado, comprimido o desfigurado, que no se presta a recibir nueva forma o lo dificulta mucho; áspero, falto de suavidad, excesivamente severo; riguroso, sin concesiones, difícil de tolerar; violento, cruel, insensible; persona con poder… Moneda de 5 pesetas. Todo eso y más era ‘duro‘ según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la RAE.
Meditó largo rato acerca de aquel conglomerado de conceptos que cabían en un ser duro o en un hacer las cosas duramente y lo hizo porque en los últimos días había una frase recurrente en muchas de sus conversaciones: ‘trabajar duro‘. No era suya, ella era sólo la oyente de aquella expresión que parecía contener, y cabía que así fuese, el Santo Grial del éxito.
Marco Tabasso paseaba con cierto espíritu cansado el espacio de Rossana Orlandi, a pocas horas de la inauguración los diseñadores entraban y salían con paso ligero y gesto concentrado, entre cajas y herramientas, trabajando duro para que el día 12 a las 10 de la mañana todo estuviese en perfecto estado de revista y de visita; Álvaro colocaba sus pequeñas mesas como quien hace un puzzle con esmerado cuidado y buscaba desconcertado una lámpara perdida, falta todavía, pensaba, nos queda un tiempo de duro trabajo hasta terminar, confesaba su rostro; cajas y embalajes reinaban en un espacio que había de ser mágico al día siguiente, tras días de duro trabajo…
Job Smeets sonreía con la sabiduría del que sabe y siente y decía sin dudar ni titubear un segundo, que habían trabajado duro para alcanzar el éxito, para ser lo que son, referentes del diseño industrial y vanguardista, y Nynke Tynagel confesaba también que para estrenar en una semana 13 productos Studio Job no había más camino que el de trabajar duro.
Pero, se preguntaba, ¿en qué consiste realmente trabajar duro? y así fue como acabó en la RAE y como logró hilar una respuesta a esta cuestión.
Consistía en ser lo suficientemente terco y obstinado para no rendirse, en ser fuerte y en resistir bien la fatiga que llega siempre en el momento más inconveniente; consistía en no rayarse ni comprimir o reducir los sueños, en no dejarse desfigurar y mantenerse firme, si era neceario, respondiendo con severidad o incluso con aspereza; era ser riguroso y no hacerse concesiones, no tolerarse la debilidad aun a riesgo de parecer cruel con uno mismo; trabajar duro era el único camino de un quiero a un puedo… era la antítesis de ser blando, el presente del verbo durar y una moneda de 5 pesetas.
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Supo entonces, como siempre y como nunca antes, que quienes decían que ‘trabajar duro no es garantía de nada‘ tan solo se excusaban ante sí mismos por los esfuerzos negados.