Veranos que matan.

Hay veranos que matan porque la vida centellea a la luz y el calor del sol.

  • facebook
  • Tweet
  • pinit
  • WhatsApp

No importaban los años transcurridos desde los tiempos escolares, para ella septiembre marcaba siempre un principio de curso, el inicio de algo que en enero continuaba estrenando año; por eso el verano tenía también algo de matador y reinvento, unas gotas de nostalgia, tres o cuatro de certeza y un buen chorro de sueños por cumplir.

Y también por eso agosto era un momento de descansarse y rehacerse, de divertirse, reirse y hasta de soñarse. Era también el tiempo de comenzar a pensar en otoño en el mejor de los sentidos, el de los gorros de Armani y los interiores negros de la lencería al alma… un negro deslumbrante y bello, elegante y bien vestido, atrevido, honesto y mortalmente sofisticado. Era el momento de pintarse las uñas de rojo y plantarse las gafas de sol para ver el mundo del color que le viniera en gana, la ocasión de ponerse un cóctel, visitar una sauna danesa y mirar a la luna mora.

A lo que no renunciaba ningún agosto era a pasear el mundo y navegarlo, a rodarlo, a respirar aires de aquí y de allí y descubrir mares que bañan islas y las costas de los lugares más bellos; de Tahití a La Graciosa, a las costas turcas o mallorquinas y a piscinas infinitas que miran al mar y al cielo… ¿dónde ir? donde el corazón te lleve, como escribió un día sabiamente Susanna Tamaro.

Julio no había sido tan luminoso como esperaba, las nubes que amenazaban a lo lejos se habían convertido en llamadas intempestivas que descarbagan noticias feas entre el agua que todo lo hiela, la que viene del cielo y a la que, si supiera como, plantaría fuego como cantaba Adele; agosto no pintaba más bello y había decidido ponérselo fácil a su alma, si el sol no venía a su vida iría ella a buscarlo al rincón del mundo en el que el astro rey tuviese a bien brillar.

Ya no dudaba ni se planteaba nada, se sentó al borde de la cama repasando su equipaje, asegurándose de llevar todo y tan poco como necesitaba y sintiendo la certeza de que el mañana es una entelequia, no está aquí, no ha llegado y cabe que no llegue nunca o lo haga con un rostro extraño y sorprendente.

Empezó a hacer su agosto pintándose la sonrisa en la cara, alejando miedos e hilando sueños, abrazando y dejándose abrazar manteniendo así viva la cadena que transmite la confianza y la fe en la vida y en el mundo, esa que hace que todo parezca posible… y cabe que, al final, incluso lo sea.

Oops

La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

Caín.+

Caín.

Esta es la historia de Caín, un tuerto que quería ser rey de los otros y que, mientras señalaba la oscuridad del mundo, caía en el abismo de la pereza. + ver

Un lujo.+

Un lujo.

Que no suene el despertador, que entre una brisa fresca por la ventana y mueva ligeramente la cortina, que el olor a café recién hecho inunde la casa, que suene la música, que brille el sol, amanecer... + ver

Esclavas.+

Esclavas.

Las mujeres, como seres de fantasía de la historia interminable, iban desapareciendo al paso de la nada, eran borradas del mapa y de la historia, era como si nunca hubiesen existido, estaban muertas... pero seguían en pie. Y eran esclavas. + ver

Newsletter

No te pierdas nada, que saber no ocupa lugar.