Samarcande chess set Jugamos al ajedrez con Hermes.

Éste es un ajedrez con el que jugar es un lujo y con el que decorar tu salón es un detalle de buen gusto.

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Reconozcámoslo, es invierno hace frío, sopla el viento como si huyera de sí mismo y amenaza lluvia ¿qué se nos ha perdido en las calles más que un buen resfriado? Claro que lo de quedarnos en casa, más allá de una sesión de cine con palomitas o una cena con velas, puede resultar aburrido… a no ser que disfrutes de los juegos de mesa como cuando eras niño y tengas a buen recaudo un ajedrez con el que hacer de la estrategia arte. Y si no es así no te preocupes porque Hermes te lo pone muy fácil con un ajedrez que es una obra de arte y artesanía en sí mismo (aunque incluso con estas soberbias piezas tu pericia como jugardor lo es todo).

El ajedrez es un juego para dos aunque lo cierto es que no siempre fue así, hace siglos, en sus orígenes como juego de mesa, era en realidad para cuatro (sí, sí, como si de un mero parchís se tratara), pero con el tiempo evolucionó hasta convertirse en el uno contra uno que hoy conocemos e incluso practicamos, claro que lo hacemos con tableros y piezas mucho menos elegantes y menos glamourosos que los que nos ofrece Hermes.

El de Hermes es un ajedrez de madera maciza de palisandro y caoba, lo que lo convierte en un ajedrez para toda la vida; además sus piezas no han sido diseñadas al modo tradicional sino que tanto el caballo como el rey y la reina, los peones, las torres y los alfiles son abstracciones de líneas depuradas de las figuras tal y como las conocemos.

Si eres de los que asume con facilidad que el invierno pide casa y disfrutas de los juegos de mesa, si el ajedrez te pierde o te pierdes por aprender nuevas estrategias, Hermes es el cómplice que buscas, eso sí, el capricho no te resultará ligero en lo que a su precio se refiere, este magnífico ajedrez cuesta 7.050 dólares, algo más de 6.100 euros.

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Pequeños caprichos que ponen un toque de confort en nuestra rutina. Objetos de mesa o decoración que nos hacen sonreír de puro placer estético y sin los que ya no podríamos estar.

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