Watergate, un escándalo de hotel.

Viajamos a la capital de Estados Unidos para celebrar la reapertura de uno de sus hoteles más emblemáticos, el Watergate.

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Es más que probable que Watergate te suene más a nombre de escándalo que al de un hotel pero lo cierto es que, si bien el Watergate es el mayor escándalo político de Estados Unidos -con permiso de Monica Lewinsky- es también el nombre de un hotel de lujo que ha permanecido cerrado durante los últimos 9 años y que reabre ahora sus puertas después de una remodelación que ha costado unos 125 millones de dólares.

El hotel Watergate forma parte del complejo de cinco edificios en los que estaba instalada la sede del Partido Demócrata, sí, esa que fue asaltada, de la que se extrajo documentación, aquello que quiso tapar Nixon y que acabó con él dimitiendo y con su vicepresidente, Ford, ascendiendo al poder e indultando a Nixon para evitar un mal, si cabe, mayor. Claro que ahí estaba la prensa de investigación, la del Washington Post, y garganta profunda, que resultó ser un alto directivo del FBI…

El caso es que si viajas a Washington y te hospedas en el Watergate Hotel estarás pasando unos días en el centro de un gran escándalo… y en un hotel de lujo perfectamente ubicado en el corazón de la capital americana, cerca de la Casa Blanca y del monumento a Lincol.

336 habitaciones perfectamente decoradas, 2 restaurantes, un Spa de más de 1000 metros, piscina cubierta, gimnasio, baño turco, centro de negocios, servicio de tintorería y 2.500 metros de espacios para la celebración de eventos; el Watergate es un hotel con historia y con mil historias que contar, testigo de un tiempo de escándalos pero también heredero del glamour de antaño porque fue, y sigue siendo a día de hoy, todo un hotel de 5 estrellas.

El Watergate, con una ubicación privilegiada y una historia conocida, quiere olvidar los malos tiempos y recuperar aquellos en los que el creativo Warhol o el músico Stevie Wonder al piano, eran los protagonistas de sus fiestas. No creas, en todo caso, que reniegan de su historia, de hacerlo hubieran estrenado nombre en lugar de mantener el del escándalo y además… si visitas el hotel Watergate cabe que vuelvas a casa con una tarjeta de visita que reza –no es necesario forzar la entrada– o un boli que advierte -lo robé en el hotel Watergate-.

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Una brújula que nos acerca a esos destinos, más o menos lejanos, que alguien, antes que usted ha tenido ya la suerte de pisar.

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